Dado que los principios bioéticos que sustentan estas premisas fundamentales (una condición prima facie basada en la igualdad ontológica y moral de los seres humano), resulta pertinente plantear una interrogante crítica: ¿Pueden estos principios ser aplicados o incluso interpretados por una inteligencia artificial (IA)?
Por: Samuel Barbosa, Esp. Pediatría, MSP, MIM, Me-H ©, Estudiante Maestría Bioética y Ética de la Investigación UNIANDES. – Coordinador Gremial y Proyectos – CMC.
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Los principios fundamentales de la bioética tienen su origen en la tradición filosófica, particularmente en el análisis del actuar humano en sus relacionales interpersonales, especialmente en contextos profesionales e investigativos.
Estos principios son: autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia, se estructuran sobre una base común: la noción de igualdad inherente a todos los seres humano. Este premisa resulta esencial, ya que sin la existencia de dicha igualdad, ¿Cómo podría sostenerse un juicio ético que permita valorar las acciones humanas o sopesar sus implicaciones morales?
En este sentido, la ética (disciplina filosófica), se ocupa de reflexionar sobre “lo que es obligatoriamente exigible a todos” (Baqueiro, 2006), y tiene como objeto “el deber referido a las acciones buenas que se expresan en los juicios denominados morales” (Cortina, 2001). Así, la ética se manifiesta no solo como una teoría del bien y del deber, sino también como una guía para la acción, particularmente en el ejercicio profesional.
La bioética, entendida como la aplicación de los principios éticos en contextos relacionados con la vida, la salud y la investigación, se encuentra enmarcada dentro de la práctica profesional, la cual se concibe como “la decisión estable a ese conjunto de actividades con una función social específica… y dicha función se origina y tiene que ver con proporcionar algún bien” (López, 2013). En efecto, tanto el hacer profesional como la búsqueda del bien constituyen fundamentos esenciales del pensamiento ético.
Dado que los principios bioéticos que sustentan estas premisas fundamentales (una condición prima facie basada en la igualdad ontológica y moral de los seres humano), resulta pertinente plantear una interrogante crítica: ¿Pueden estos principios ser aplicados o incluso interpretados por una inteligencia artificial (IA)? Considerando que la inteligencia artificial no es un ser humano ni un profesional en sentido estricto, independientemente de su capacidad para procesar información o gestionar conocimientos, se enfrenta a una limitación ontológica insalvable.
Al carecer de las condiciones propias del sujeto “moral”, no puede establecerse una correlación sustancial entre ella y el principio de igualdad, ni en su dimensión natural ni en su carácter nominal-profesional. En otras palabras, la IA carece de un “cuerpo” relacional para lograr esa “igualdad inherente”. En consecuencia, su capacidad para realizar un análisis ético desde la perspectiva se ve profundamente restringida, lo que plantea desafíos significativos respecto a su papel en la toma de decisiones morales dentro de ámbitos tradicionalmente reservados a agentes humanos.
“… ¿Es la filosofía una magia? – No, la filosofía no es una magia, sino una ciencia. Esa fue la respuesta de la mejor inteligencia artificial… Que estúpida. La inteligencia artificial no es capaz de pensar. Solo es posible pensar con el cuerpo. Con la emoción, con el sentimiento. Solo es posible pensar con la mortalidad, ¿no es cierto?.. (Han B, 2022).
Bibliografía
- Cortina, Adela (2000), “Presentación”, en Adela Cortina y Jesús Conill (coords.), 10 palabras clave en ética de las profesiones, Navarra, Verbo Divino, pp. 13-28.
- Han, B.-C. (2022). La tonalidad del pensamiento. Heder Editorial.
- Hernández Baqueiro, Alberto (coord.) Ética actual y profesional: lecturas para la convivencia global en el siglo XXI. México: Thompson, pp. 279-392.
- López Calva, Martín. (2013). Ética profesional y complejidad: los principios y la religación. Perfiles educativos, 35(142), 43-52.










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