Con el inicio del año escolar, surge una excelente oportunidad para priorizar la salud y el bienestar de los niños y niñas, asegurando que comiencen sus clases con energía y en óptimas condiciones.
Los expertos coinciden en que adoptar medidas preventivas no solo mejora la calidad de vida, sino que también reduce riesgos y costos asociados a problemas de salud.
“El comienzo del año nos brinda la oportunidad de realizar chequeos preventivos, ajustar hábitos alimenticios y fortalecer la educación en salud, acciones que no solo mejoran nuestra calidad de vida, sino que también reducen costos asociados a tratamientos tardíos”, dice Carmen Chiquinquirá Hernández, directora nacional de Gestión Integral de Riesgos de Bienestar IPS.
Salud para todos
El regreso a clases también implica una mayor exposición a enfermedades comunes como gripes, infecciones virales y gastroenteritis. Por eso, fortalecer el sistema inmunológico de los niños es esencial. Una dieta rica en frutas, verduras y proteínas, junto con un descanso adecuado y un esquema de vacunación actualizado, puede marcar la diferencia.
La promoción de hábitos simples como el lavado frecuente de manos y mantener espacios ventilados también contribuye a reducir el riesgo de contagio tanto en casa como en el aula.
“En el caso de los niños, es importante incluir revisiones visuales y auditivas, así como la actualización de su esquema de vacunación. Para quienes no cuentan con acceso a un médico de cabecera, los centros de salud comunitarios y campañas gratuitas pueden ser aliados clave para iniciar el año de manera preventiva”, subraya Hernández.
La especialista invita a que los padres y cuidadores también inicien el año con un chequeo médico general, este chequeo debe incluir la medición de presión arterial, evaluación de peso y talla, y pruebas específicas según la edad y el género, como mamografías o exámenes de próstata en adultos.
Loncheras saludables, indispensables para el aprendizaje
Una alimentación balanceada es clave para garantizar que los niños cuenten con la energía necesaria para su desempeño escolar.
Una lonchera ideal debe incluir:
– Proteínas: como huevo, yogur o queso.
– Carbohidratos complejos: como pan integral o galletas de avena.
– Frutas y verduras frescas, que aportan vitaminas y antioxidantes.
– Líquidos saludables: como agua o jugos naturales, evitando bebidas azucaradas.
Evitar los alimentos ultraprocesados es esencial, ya que suelen contener altos niveles de azúcares y grasas poco saludables, que afectan tanto la salud física como el desarrollo cognitivo.
Promoción de la salud en casa y en el colegio
Las familias y las instituciones educativas juegan un papel crucial en la prevención de enfermedades y la creación de entornos saludables. Medidas sencillas, como enseñar hábitos de higiene personal y fomentar la actividad física, pueden tener un impacto significativo. Además, las vacunas siguen siendo una herramienta fundamental para garantizar un ambiente seguro y saludable, protegiendo no solo a quienes las reciben, sino a toda la comunidad escolar.
Carmen Hernández finaliza comentando que “iniciar el año con estos hábitos puede ser la clave para garantizar un 2025 lleno de salud y bienestar. La prevención, una alimentación balanceada y el acceso a controles médicos son pasos decisivos hacia un futuro más saludable para toda la familia”.
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