Un ensayo científico para entender a la humanidad
Actualidad, Opinión

Un ensayo científico para entender a la humanidad


Capítulo XIII


Comprensión evolutiva, anatómica y funcional del gran sistema sexual


Por Stevenson Marulanda Plata – Presidente Colegio Médico Colombiano

“La biología representa el fundamento de nuestras personalidades y de nuestras tendencias de comportamiento. Si en nombre del libre albedrío —y de la corrección política— intentamos refutar la influencia de la biología en el cerebro, empezaremos a combatir nuestra propia naturaleza”.

Louann Brizendine en: “El cerebro femenino”

Fantasía sexual en: “Guía para fanáticos del sexo”. Editorial Diana, México D.F. 1995. Roland Fiddy. 

Para empezar, y aunque suene a corronchería filosófica —“huachafería” diría Vargas Llosa—, propia de nosotros, los corronchos intelectualoides costeños, se me antoja enunciar lo siguiente:

Para entender la espiritualidad humana y sus fantasías, antes debemos entender la espiritualidad de las células y de las sustancias que nos gobiernan—.

Dice el Nobel de Arequipa, en “Le dedico mi silencio”, su última novela, también lo acaba de anunciar, que, la “corronchería” peruana —que él llama “huachafería”,  y a lo “corroncho”, “huachafo” —, junto con la música que creó en los arrabales y callejones de miseria en la Lima de finales del siglo XIX, y que allá llaman música criolla —valses, marineras, polkas y huainitos—, son la mayor contribución que El Perú ha hecho a la cultura universal, y que al mismo Perú le dieron identidad de nación y de pueblo, engendrando una cultura mestiza homogénea de cholos, pasando por encima de los prejuiciosos abismos sociales entre blancos, indios y negros. 

Lo mismo afirmo yo de la corronchería costeña, del vallenato, la música sabanera, la cumbia y el porro, con la diferencia que no nacieron en Bogotá, sino en la ruralidad corroncha del Caribe inmenso.

Pero este no es el tema, el asunto es la comprensión evolutiva, anatómica y funcional del gran sistema sexual que intentamos definir en el capítulo anterior, entonces empiezo.

Como cualquier sistema de un organismo complejo, como el de los humanos, el gran sistema sexual comienza a organizarse y a prepararse —dentro del útero, antes del nacimiento—, desde el mismo inicio de la formación de las partes del embrión y el feto, con miras a formar el futuro equipo donde sus nueve partes integrantes mencionadas en el capítulo anterior cooperarán y trabajarán juntas y en armonía estricta durante buena parte de la vida, a fin de lograr su tarea evolutiva, en nuestro caso, la perpetuación de la especie humana a través de la creación de unidades sociales elementales: las familias.

Para lograr el mejor entendimiento y comprensión evolutiva, anatómica y funcional del gran sistema sexual, miremos lo que dice Siddhartha Mukherjee en su reciente libro: “La armonía de las células. Una exploración de la medicina y del nuevo ser humano”, acerca de la formación in útero del sistema visual en el cerebro:

“Las conexiones neuronales entre los ojos y el cerebro se forman mucho antes del nacimiento, para establecer el cableado y los circuitos que permitirán al niño empezar a ver el mundo en el momento en que sale del útero.

“Mucho antes de que se abran los párpados, durante el desarrollo del sistema visual, se producen ondas de actividad espontánea que van de la retina al cerebro, como los bailarines que ensayan sus movimientos antes de una actuación. Estas ondas configuran el cableado del cerebro: prueban sus futuros circuitos, fortaleciendo y aflojando las conexiones entre las neuronas”.

El cableado cerebral.

Ahora, para entender un poco mejor a Siddhartha, toca explicar el “cableado y los circuitos” del cerebro, y eso de “fortaleciendo y aflojando las conexiones entre neuronas”.

Sucede, que el cerebro funciona con electricidad —consume 20 vatios al día—, pero no es una electricidad bruta, como si nuestro cerebro fuera una bombilla, una plancha eléctrica, un motor o un refrigerador.

No. La electricidad del cerebro es electricidad inteligente, como la de un computador. Por los circuitos cerebrales circulan datos biológicos que viajan en modo de algoritmos eléctricos por unos “cables” hechos de neuronas, pero, a diferencia del computador, los “cables” cerebrales no son continuos, sino que entre neurona y neurona hay unas conexiones, unos huecos, unas interrupciones, pero no vacías. Están llenas, atarugadas, repletas de unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores que, precisamente se llaman así, debido a que transmiten esos datos biológicos de una neurona a la siguiente.

Estos huecos entre neurona y neurona y su contenido de neurotransmisores, son unas verdaderas estaciones informáticas que, cual transformadores electroquímicos, reciben los datos biológicos que viajan en modo eléctrico en unos alambres neuronales llamados axones, y los transforman en datos químicos, y después dentro del hueco, de este modo químico, lo reconvierten otra vez en la siguiente neurona en modos eléctrico.

De esta manera, estos huecos llenos de neurotransmisores —llamados sinapsis neuronales—, son como una especie de transistores, válvulas, bisagras, puentes o articulaciones informáticas, donde la información electroquímica viaja en forma segmentada, pero sin solución de continuidad.

De esta forma —como si se montara en un ferry—, la información transita de un axón al siguiente y de una neurona a la siguiente, y así sucesivamente continúa su peregrinaje electroquímico por largos cables y vericuetos de rutas neuronales, como si nuestra cabeza encerrara un potente computador con miles de circuitos neuronales inteligentes con extensiones milimétricas por todo el cuerpo.

El cerebro humano tiene unos cien mil millones de neuronas que, interconectadas por billones de sinapsis, forman una intricada y espesa selva de alambres sinápticos electroquímicos, configurando un entresijo de cientos de circuitos neuronales ¿quizás miles? evolucionados para producir, almacenar y transportar, cada uno, datos biológicos específicos en forma de algoritmos electroquímicos, cuyo fin último es que, la persona a que pertenece sobreviva, se multiplique y sea feliz en esta tierra.

¡Los animales evolucionaron igual, sobreviven y se multiplican y son felices, si los dejamos!

El conjunto de estos algoritmos electroquímicos, que se producen, almacenan y transitan por esta selva de circuitos de cables sinápticos, son el sustrato físico de lo que llamamos mente. Los principales circuitos neuronales mentales humanos son: memoria, pensamiento abstracto, discernimiento y toma de decisiones, lenguaje (verbal y corporal), percepción, sensación, movimiento voluntario, talentos y creatividad artística, conciencia, subconciencia, instintos, y toda clase emociones y sentimientos.

Los circuitos emocionales y sentimentales es una telaraña enorme, casi que para cada parpadeo del ambiente que nos rodea existe uno especifico. Veamos a guisa de ejemplos, los evolutivamente más importantes:

Emociones: deseo, ganas o entusiasmo, placer, miedo, susto, fobia, pánico, terror, dolor físico, alegría, risa, llanto, ternura, sorpresa, asco, horror, rabia, ira, frenesí, morbo, sensualidad, erotismo, orgasmo.

Sentimientos: amor (erótico, familiar y social) odio, empatía, antipatía, envidia, codicia, tristeza, egoísmo, altruismo, piedad, vergüenza, resentimiento, rencor, venganza, encono, abominación, aburrimiento, fe, esperanza, caridad, y toda clase de sentimientos morales e inmorales.

Sin embargo, hay veces en que no sé si algunas de estas respuestas mentales a determinadas situaciones ambientales, pertenecen a emociones o a sentimientos, llegando a creer que no existen palabras humanas para delimitarlas en uno u otro sentido, sino que, dependiendo de la circunstancia de facto, el mismo circuito neuronal puede funcionar indistintamente como una emoción o como un sentimiento.

Permítanme especular mejor:

No es lo mismo el susto, súper agudo, que siento cuando me enfrento al cañón de una pistola cuyo portador me dice: entrégueme todo lo que tiene o se muere, que el miedo religioso crónico o temor a Dios que me inculcaron en la escuela desde chiquito. Algo parecido podría especular de las respuestas: celos, pudor, sumisión (como la del perro cuando esconde el rabo entre las patas), vergüenza, alegría, nostalgia, melancolía, soberbia, orgullo, y otros más.

De todas maneras: todo ser humano es una moneda de dos caras: tiene una buena y santa, y una mala y viborezna, y nace con ellas. Contrario a lo que dice Rousseau: la civilización ha venido domesticando la bestia salvaje que llevamos dentro, pero aún falta mucho.

Poda sináptica.

Ahora bien, el cerebro humano no es una obra terminada apenas nacer. Si bien es cierto que, estos cientos de circuitos neuronales ¿o miles? ya están configurados de cierta manera —inmadura– al momento del parto, también es cierto que no están estructurados y soldados de manera definitiva para funcionar apropiadamente, sino hasta la edad adulta.

¿Recuerdas a la profe Brizendine, cuando en el capítulo anterior nos contaba de los efectos fertilizantes y herbicidas del estrógeno y la progesterona —de crecimiento y poda de los circuitos cerebrales— durante el ciclo menstrual?

¿Y del necesario baño de testosterona al feto masculino, in útero, para que adulto fuera un verdadero hombre?

¿Y del comportamiento lésbico de mujeres adultas cuando su embrión fue rociado con esta hormona masculinizante?

De igual manera dice Mukherjee en la obra citada, refiriéndose a las conexiones que suceden intrauterinamente en el embrión entre la retina y el cerebro: 

“Este acto de entrenamiento fetal. —la soldadura de las conexiones neurales antes de que los ojos funcionen realmente— es crucial para el buen funcionamiento del sistema visual. El mundo tiene que ser soñado antes de ser visto.

“Durante este periodo de ensayo se genera una gran cantidad de sinapsis —puntos de conexión química— entre las células nerviosas que después se “podan” durante el desarrollo posterior”. 

Y, en “El gen. Una historia personal”, este mismo autor señala:

“(…) las sinapsis se forman durante el desarrollo del cerebro, y su conectividad es fundamental para una cognición normal (…) durante el desarrollo del cerebro, estas sinapsis necesitan ser recortadas y reorganizadas, igual que se recortan y se sueldan cables durante la fabricación de un circuito”.

La esquizofrenia es una enfermedad sináptica.

Dice también Siddhartha en “El gen. Una historia personal”:

“(…) en los humanos, la poda sináptica continúa durante toda la infancia y se prolonga hasta la tercera década de la vida, precisamente el período en que muchos síntomas de la esquizofrenia se manifiestan”.

Visto entonces que, los datos biológicos mentales viajan a través de circuitos de redes informáticas neuronales, que se configuran y reconfiguran, ordenan y reordenan, estructuran y reestructuran, durante el desarrollo del periodo embrionario-fetal, y aún, hasta la tercera década después de nacido, es fácil suponer que, los síntomas de la esquizofrenia:

 —Desintegración, derrumbe, desplome, fragmentación, desmoronamiento, quiebre del pensamiento lógico, graduales e irreversibles—,

Deben obedecer a que el escombro de sinapsis y algunas reconexiones mal hechas después de la poda producen:

—Desintegración, derrumbe, desplome, fragmentación, desmoronamiento, quiebre gradual e irreversible— de los circuitos neuronales de la mente cognitiva, proceso, según Mukherjee, en el que están involucradas 108 regiones genéticas y muchas mutaciones, que afectan las sinapsis o el desarrollo del cerebro, y junto con el autismo y el trastorno bipolar, constituyen un espectro de la misma enfermedad.

Ahora somos capaces de entender mucho mejor la función evolutiva de las sinapsis. No son simplemente hoyos electroquímicos de interconexión y transformación informática. Los segmentos de alambres neuronales, intercalados entre sinapsis y sinapsis, son verdaderas unidades modulares que, como piezas de lego en el útero, sirven para el diseño, fabricación, configuración y ordenamiento inicial de los circuitos neuronales, según las especificaciones genéticas, claro está, y de las influencias hormonales, también.

Después del nacimiento, estas sinapsis sufren una poda, eliminando muchas sobrantes. Las sinapsis eliminadas se comportan como los intercambiadores de las rutas de los rieles de trenes: los muñones axonales correspondientes no quedan sueltos, sino que son reconectados y soldados a otros circuitos o rutas ¿equivalentes, más cortas o distintas?, “fortaleciendo y aflojando las conexiones entre neuronas”, como dice Mukherjee. 

De este modo, la poda sináptica:reestructura, reconfigura y reordena las diferentes rutas y estaciones de todo el planisferio del cableado cerebral después del nacimiento.

Dicho esto entonces me atrevo a especular que, el circuito neuronal sexual, con sus sinapsis y neurotransmisores —el Dispositivo Cerebral del Emparejamiento Sexual—, ubicado en un amplio espacio llamado sistema límbico en el segundo piso del cerebro —tiene tres—, el órgano que maneja nuestra psiquis sexual: sentimientos y emociones, identidad y orientación, se comienza a formar desde el embrión según instrucciones genéticas y hormonales, y que no está maduro sino  hasta la tercera década de la vida, tiempo en que termina la poda sináptica.

Volviendo a la corronchería filosófica costeña con la que empecé, pienso que el espíritu humano reside en las sinapsis de la mente, y ahora entiendo mejor por qué sus capacidades biológicas,  —incluyendo las emociones y los sentimientos del Dispositivo Cerebral del Emparejamiento Sexual —, no residen en la electricidad bruta  que enciende una bombilla, calienta una plancha, mueve un motor o enfría un refrigerador, y también entiendo mejor por qué los computadores no se enamoran y no tienen computardocitos, y entonces me pregunto:

¿El continente del alma humana serán las sinapsis de los circuitos cerebrales atarugadas de neurotransmisores?

¿Fabricarán algún día circuitos cerebrales con sinapsis artificiales y neurotransmisores naturales?

¿Estos circuitos bioartificiales serían sensibles a las hormonas sexuales?

¿Qué será de la humanidad cuando los computadores traigan sinapsis electroquímicas bioartificiales?

¿Hay dopamina, oxitocina y vasopresina, machos y hembras, o indeterminadas?

 Fonseca La Guajira, diciembre 29 del 2023.

diciembre 29, 2023

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comité Editorial

Director
Dr. Stevenson Marulanda Plata

Editora
Maricielo Acero Rodríguez

Asesores Médicos
Dr. Jorge Diego Acosta Correa
Dra. Ivonne Díaz Yamal
Dr. Oswaldo Alfonso Borraez
Dr. Samuel Barbosa

Contacto comercial
Mary Stella Ardila Guzmán

NOSOTROS

Epicrisis es el órgano oficial de comunicación del Colegio Médico Colombiano. La opinión y conceptos personales expresados en los artículos firmados por un tercero no reflejan la posición de Epicrisis o el Colegio Médico Colombiano.

PBX: (+571) 746 3489 – Celular:(+57) 314 566 2174 – (+57) 323 232 4543 – (+57) 323 232 7752 – (+57) 314 566 2198Email : pqrs@colegiomedicocolombiano.org
Dirección: Carrera 7 # 69 – 17 – Bogotá, Colombia