Un ensayo neurocientifico, histórico y humanístico
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Un ensayo neurocientifico, histórico y humanístico


Parte V


DEBATE


No se puede gobernar bien, lo que bien no se entiende, especialmente la naturaleza biológica de la  mente humana


Por Stevenson Marulanda Plata – Presidente del Colegio Médico Colombiano

Estudio de los criminales basado en su anatomía corporal externa

“Tenía la innoble cara del ladrón, los senos frontales enormes y la frente deprimida del ladrón”

Franz Joseph Gall

El comportamiento criminal. Desde los antiguos griegos hasta hoy, la inagotable capacidad de inventiva de la humanidad, ha insistido obsesivamente en estudiar y entender el funcionamiento de la mente sapiens y el comportamiento humano, especialmente el criminal. En los siglos XVIII y XIX, por ejemplo,  dos cimeras figuras médicas, ambos preocupados por el hombre delincuente,  allanaron el camino a lo que es hoy la neurociencia del comportamiento humano, como fundamento neurofisiológico de la conducta humana. Me refiero a Franz Joseph Gall y a Cesare Lombroso.

Franz Joseph Gall (1758-1828)

Creador de la simpática o antipática, no sé, doctrina de la frenología: del griego: “fren” mente y “logos” conocimiento. Lo cierto es, que este ingenioso y cuasi adivino médico alemán, se “craneó”, por pura imaginación, que la mente humana, desde el nacimiento de una persona, venía repartida y empaquetada en diferentes regiones o pedacitos de cerebro, pedacitos que llamó “órganos”. De esta manera, sin saber apenas qué era una neurona ¾ Santiago Ramón y Cajal, su descubridor, ni siquiera había nacido¾ creía que las facultades mentales venían localizadas en 37 diferentes “órganos cerebrales”.

También pensaba Gall, que el tamaño de un “órgano” se correspondía con su función, y juntos determinaban la forma del cerebro y del cráneo. Así, concibió que esas 37 facultades mentales se podían analizar mediante la observación cuidadosa de la forma del cráneo acompañada de la medición y palpación manual de sus contornos y abultamientos. Y, ¡obvio!, teniendo en cuenta también la fisonomía de una persona se podía “determinar” su carácter, emociones, sentimientos, predisposiciones, tendencias y todos los rasgos de su personalidad, incluyendo sus potencialidades criminales.

Con esta doctrina o pseudociencia en su propia mente, Gall se empeñó en hacer descripciones fisiognómicas y mediciones de cráneos  de criminales en cárceles, y pacientes de manicomios y asilos y en escuelas, con las que hizo cartillas y propuso algunas medidas para prevenir el crimen.

A, pesar de todo, Gall fue un profeta de la neurociencia. Sin apenas saber qué era una neurona, una sinapsis, un neurotransmisor, fue capaz de predecir que las  facultades afectivas, intelectivas y el lenguaje ocupaban sitios distintos en el cerebro humano. Con su pseudociencia, que parecía más una doctrina, presagió los tres pisos evolutivos del cerebro: el reptiliano, el primero y más antiguo, el de la supervivencia, el del ya y el ahora, el de dormir, respirar, comer, sobrevivir, sin importar daños colaterales; el segundo, el de las comunicaciones afectivas, el de las emociones y sentimientos, que la neurociencia llama sistema límbico; y el tercero, el más nuevo, el de la inteligencia abstracta, el de los números, las letras, el arte, el aprendizaje y la cultura.

Fue así como en sus 37 “órganos cerebrales” empaquetó a los sentimientos buenos: escrupulosidad, benevolencia, autoestima y amatividad (instinto del amor sexual), y a los malos, destructividad y combatividad.

Mas aún, aunque no habló de las adicciones, tuvo la corazonada de que el sistema de la dopamina-endorfina, del deseo-placer, existía en algún lugar de la masa cerebral al buscarle un sitio orgánico al deseo de vivir, al instinto de alimentación y conservación y a la tendencia a adquirir. Incluso, hasta vaticinó que la corteza cerebral era otro de sus “órganos” al presentir que el aprendizaje y la memoria ocupaban sus respectivos sitios en formas de, el deber, la imitación y la prudencia.

Busto de mármol basado en la doctrina frenológica o “quiromancia” del cerebro. Trata de dar la idea de que la forma del cráneo y sus protuberancias se relacionan con la forma del cerebro y con el comportamiento y carácter de una persona, incluyendo su criminalidad y peligrosidad, rasgos de la personalidad que se encontraban en 37 partes distintas del cerebro que Franz Gall, su creador, llamó  “órganos cerebrales”.

La Iglesia Católica nunca le perdonó a Gall que cuadriculara el alma humana en mortales pedacitos de cerebro, por eso fue enterrado en tierra bruta.

Gall, por inverídico, por hereje, por materialista, por positivista (uso del método científico) no fue enterrado en tierra consagrada. El muy necio contrarió el principal dogma de la Iglesia Católica, el alma.  San  Agustín, el patrono de mi pueblo, Fonseca, muy clarito se lo había advertido: Dios hizo el alma “creatio ex nihilo” (creación de la nada). Y, para rematar, Santo Tomás también lo notificó: “Las facultades intelectuales son operaciones producidas únicamente por el alma y no puede producirlas el cuerpo”. Y, como si fuera poco, Descartes, con recio latín escolástico lo acorraló más, cuando le bosticó: “res cogitans”. (sustancia pensante).

Pero no hizo caso. O no entendió o no le dio la gana entender. Ellos a explicarle y él, el pobre, ignorante estulto, como un amigo mío, a no entender. Lo que el Obispo de Hipona en el siglo IV, Santo Tomás en el XIII; y el matemático y filósofo francés, dualista alma-cuerpo, en el XVII, le estaban diciendo era que: el alma no es cosa de este mundo, no pertenece al universo físico. No es materia. ¿Cómo se le ocurría meterla en esos “órganos cerebrales”? Se le dijo, se le advirtió, que lo que piensa dentro de uno no se llama mente, se llama alma, que es una sustancia de naturaleza espiritual eterna (“res cogitans”), creada por Dios como cosa aparte, separada, independiente del cuerpo, para que cuando nos muramos,  las buenas vayan al cielo y las malas, las malditas, se quemen en el fuego eterno del Inferno.

Cesare Lombroso (1835 -1909).

Autor del libro “El hombre delincuente” publicado en 1876, creador de la cátedra de antropología criminal, padre de la criminología y de la escuela del derecho penal biológico-positivista, que considera que el criminal, desde el mismo instante de su nacimiento, impulsado desde el mismo útero, nace criminal y peligroso, determinado y gobernado por fuerzas biológicas malignas innatas hacia el delito.

Influenciado por la frenología de Gall, este médico italiano, profesor de medicina legal en Turín, afirmó equivocadamente, por supuesto, que el criminal se reconoce fácilmente por características corporales protuberantes  como  la asimetría del rostro o del cuerpo, cráneo pequeño, polidactilia, orejas y mandíbulas grandes, frente hundida, abultamiento de la parte inferior de la cabeza, lo que justifica penas sin límites de tiempo, ya que al ser enfermos sociales congénitos, no puede saberse cuando sanarán de ese estado de peligrosidad con que nacen.

La criminología moderna y el control del orden social también deben fundamentarse en el método científico positivista.

La criminología, al tener cuatro objetos de estudio: el crimen, el criminal, la víctima y el control social de la criminalidad, no debe ser considerada como una ciencia social pura, como clásicamente ha sido considerada.

Ya es hora epistemológica, de que las ciencias sociales (humanidades) y las naturales, vayan entendiendo que sus fronteras se han acercado tanto, que ya son unas líneas tenues, inapresables y casi invisibles. El ser humano, cuerpo y alma, o cuerpo y mente, como quieran, es una sola cosa monista, no dualista. Me explico, antropológicamente indivisibles. Así las cosas, el control del orden social, invocando el sistema moral del bien y el mal, no debe ser un asunto de la metafísica y el escolasticismo de San Agustín, Santo Tomás y Descartes.

Ya es hora epistemológica, de que las herramientas de la criminología: la sociología, la psicología, el trabajo social, la antropología, el derecho penal, y la misma medicina, comprendan que la neurociencia es capaz ayudarlos a entender,  con el uso del método científico (positivismo científico), las profundidades del alma humana ¿mente?

Ya es hora epistemológica, de que los gobernantes del mundo entiendan que la neurociencia es capaz de contribuir efectivamente al control del orden social, en tanto es capaz de entender la naturaleza biológica y el funcionamiento de la mente humana, incluido su comportamiento íntimo, familiar y social.

Ya es hora epistemológica, de que los gobernantes del mundo entiendan que el control social, entendido como el conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades, es una tarea inútil sino se entiende la naturaleza biológica de la mente humana, como dice el título de este acápite.

En otras palabras, si bien es deseable que la religión, la filosofía, la sociología, la psicología, el trabajo social, la antropología y el derecho penal, como disciplinas de estudio y  control social, también lo hagan, deben tener en cuenta, sin embargo, que la lucha contra el delito, el estudio del delincuente y su castigo, ya no es únicamente tarea de ellos, la neurociencia debe hacer parte indispensable de ese equipo.

En este orden de ideas, lo que quiero dejar claro es que para ejercer un adecuado, eficaz y eficiente control social, no se puede ir contra natura, de modo que, las leyes y sus castigos, las instituciones, las normas sociales, y sobre todo, los medios represivos, coactivos y violentos, necesariamente deben someterse al escrutinio del estudio de la naturaleza de la mente humana a través del método científico.

Para terminar, la prohibición y legalización de la cocaína, la lucha contra el delito narcotráfico, el estudio de esos delincuentes y su castigo, debe ser valorado desde la óptica del método científico, como en su momento histórico lo intentaron el padre de la frenología y el padre de la criminología, tarea que me propongo ensayar en el próximo capítulo de este esfuerzo, pero con un cuarto de milenio de ventaja, pues cuento con la genética, la genómica, la biología molecular, la neurofisiología cerebral y sus redes neuronales, su selva de sinapsis y sus trillones de neurotransmisores, que ellos no tenían.

Fonseca, La Guajira – Junio 11 del 2023

junio 11, 2023

7 COMMENTS ON THIS POST To “Un ensayo neurocientifico, histórico y humanístico”

  1. Excelente reflexión, mi profe de cirugía
    y maestro de la vida…mil gracias por enseñarme a reflexionar todos los días.

  2. Excelente abrebocas,el enfoque holistico de todo comportamiento es complejo pero necesarisimo en el esfuerzo de acercarse a un mejor entendimiento y una posible solución

  3. Excelente exposición. Nada más cercano a una realidad de criminales de cuello blanco, con una descendencia familiar, que se ha manifestado en casa uno de los miembros, de la descendencia y que se mantiene activa hasta hoy.

  4. Muy buenos elementos para un debate. El ser humano no es un ente dual, cierto, es un ser único. Lo que denominamos mente, alma o espíritu, es un epifenómeno de la materia, dependiente del funcionamiento electroquímico del cerebro. Sin embargo, teniendo dicha base neurológica cierta, la dimensión espiritual, abstracta y relacional ( social ) no es una expresión mecánica de la química cerebral. La cultura, las representaciones, la espiritualidad, la moral,el pensamiento analítico y deductivo y las relaciones sociales tienen un entramado complejo y propio que se desarrolla con características inmateriales aún no comprendidas, objetivo de las ciencias sociales y abstractas y humanísticas.

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