Desde hace 33 años el manejo de millones de toneladas de desechos que produce el sector salud tiene un enfoque ambiental y de salud pública. Generadores y operadores deben cumplir estrictos protocolos y sistemas de disposición final.
En Colombia los residuos clínicos y hospitalarios, entre ellos gasas, agujas, jeringas, bisturís, guantes, restos de órganos humanos y fluidos corporales, alcanzan más de 42.000 toneladas al año, que si no son tratados adecuadamente se convierten en focos de infecciones y enfermedades contagiosas.
Esta cifra, que corresponde al reporte de 4.749 establecimientos del sector salud, no incluye peluquerías, centros de estética, veterinarias e incluso consultorios odontológicos como pequeños generadores de residuos peligrosos al producir solo entre 10 y 100 kilos al mes.
Mayores generadores
Según el Registro de Generadores de Residuos Peligrosos (Respel), que maneja el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, los mayores generadores de este tipo de desechos con riesgo biológico son:
- Bogotá: 11.784 toneladas (28%),
- Valle del Cauca: 6.305 (15%),
- Antioquia: 5.158 (12%),
- Atlántico: 3.050 (7%),
- Cundinamarca: 1.620 (4%)
Ante la magnitud de la generación de desechos hospitalarios de riesgo biológico, desde 1998 a través de la Ley 430, el Gobierno le dio un enfoque ambiental y de salud pública a la recolección, segregación, almacenamiento, tratamiento y disposición final de estos elementos.
Por lo anterior, en el país se hizo necesaria la adjudicación de licencias ambientales a empresas especializadas para el correcto manejo de los residuos hospitalarios que se producen en todo el territorio nacional.
Protocolos
Así, las empresas operadoras deben tener en cuenta normas específicas para el desarrollo de la actividad, entre ellas vehículos con depósitos de lixiviados (líquidos contaminantes) y monitoreo satelital; personal entrenado en el manejo de sustancias peligrosas; los centros de acopio deben localizarse a más de cinco kilómetros del área urbana para contrarrestar las partículas contaminantes y disponer de hornos de termo-destrucción con tecnología de punta.
En estas plantas existen, por lo general, dos sistemas básicos para disposición final de los residuos: la termo-destrucción, que consiste en someterlos a altas temperaturas (1.200 grados Celsius), para incinerar elementos cortopunzantes y anatomopatológicos.
Según Miguel Felipe Martínez, Subgerente Comercial de Prosarc, una de las empresas diseñadas para la disposición final de residuos peligrosos, el sistema de termodestrucción es el más óptimo para la desactivación del Covid-19, virus altamente contagioso y transmisible a través de diversas formas.
La normatividad también establece que la entrega y transporte de residuos peligrosos debe hacerse a diario y en horas de la noche y la madrugada. “Esto con el fin de evitar contingencias como una varada o un trancón, pues se corre el riesgo de contaminación”, afirma la ingeniera Doris Rocío Pacanchique, encargada del manejo ambiental de la clínica de Occidente, en Bogotá.
Ecocapital, que es la única empresa autorizada para la recolección de residuos hospitalarios y similares de la ciudad, recorre anualmente 480.000 kilómetros gestionando la operación de este tipo de desechos, distancia que debe hacerse cuando todo el mundo está durmiendo, menos los médicos, enfermeras y personal de apoyo de turno.
Impacto de la pandemia
Gustavo Garnica, Gerente Comercial de la compañía, señala que, la emergencia sanitaria, producto del Covid-19 afectó la dinámica en la prestación de servicios de salud a todo nivel y los protocolos de bioseguridad en pro de disminuir la velocidad de contagio y claro, proteger la integridad de los profesionales de la salud y demás personal hospitalario.
El Hospital Universitario Mayor de Méderi es, según el directivo, uno de los mayores generadores de residuos peligrosos hospitalarios, justamente por su infraestructura, variedad de oferta médica, disponibilidad de camas y calidad en la prestación de servicios de salud.
En Medellín donde se recogen 17.368 toneladas, generadas en el área metropolitana, de las cuales un 32% corresponde a desechos clínicos, el tema de la recolección es diferente. Aunque la mayor operadora es Emvarias, subsidiaria de EPM (Empresas Públicas de Medellín), existen otras como Asei S.A.S, Biológicos y Contaminados, Quimetales, Coambiental, Mi Vereda, Ecologística y Ática.
Ajustes por la pandemia
A raíz de la pandemia del Covid-19 el Ministerio de Salud y Protección Social dictó la resolución 385 de marzo del 2020 con el fin de hacer un análisis específico de los residuos hospitalarios y a la vez divulgó una serie de normas, lineamientos y guías para la gestión de residuos biológicos, la protección del personal de salud y el tratamiento de pacientes.
Entre marzo y noviembre del año pasado, según los reportes de hospitales, clínicas, laboratorios, consultorios dentales y veterinarias, se presentó una leve reducción en la generación de desechos biológicos.
Esta situación se atribuye al hecho de que a raíz de la cuarentena se presentó una caída en la demanda de intervenciones quirúrgicas, disminuyó la accidentalidad y los usuarios aplazaron intervenciones por el riesgo al inminente contagio.
Sin embargo, a partir de este año se regresó al promedio diario y se calcula que se estará por encima de las 41.995 toneladas que se reportaron en 2019 “Estamos haciendo el comparativo con todas las autoridades ambientales”, señala Diego Escobar Ocampo, Coordinador del Grupo de Sustancias Químicas, Residuos Peligrosos y Unidad de Técnica de Ozono del Minambiente.
Aunque la producción de residuos hospitalarios es considerable, en el país se cuenta con la suficiente capacidad instalada para atender la demanda y la operación cumple con todos los estándares internacionales, señala Escobar Ocampo.
Durante la emergencia
Sin duda alguna, coinciden operadores, entidades supervisoras y receptoras de información ambiental -entre ellas las 42 corporaciones autónomas regionales-, durante la emergencia sanitaria que se decretó en marzo de 2020 por la expansión de la pandemia, se alteró la dinámica en la prestación del servicio de salud.
Si bien, al principio hubo una reducción en los niveles de producción en los niveles de producción de desechos, luego aumentó y en aras de proteger la integridad de los profesionales de la salud y demás personas pertenecientes a los hospitales, el uso de implementos de carácter biosanitario se incrementó.
Por lo general, el crecimiento de los residuos hospitalarios lo hacía a lo largo de cada año a una tasa entre el 2% y 3% pero con la pandemia ha subido 6% o 7%, pese a que durante la etapa fuerte de la cuarentena la cuota disminuyó, según señala el gerente de Ecocapital.
“Durante la pandemia el Covid-19 el mayor problema de los residuos biológicos no ha sido el manejo que ha dado el sector hospitalario, sino la falta de conciencia de la gente que arroja desechos infecciosos y contaminantes como los tapabocas a la calle”, comenta Diego Escobar, encargado del tema de residuos peligrosos en Minambiente.
Fuente: Publicación digital de la Superintendencia Nacional de Salud. Revista Monitor Salud. Ed. 06 (Julio – Septiembre) 2021
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