La infección por Covid-19 ha puesto una presión adicional sobre los médicos y el sistema de atención médica en general, lo que ha disparado el estrés y el diagnóstico de enfermedad mental en los profesionales de la salud.
Por Felipe Villegas – Especialista en medicina laboral
Aparte del apoyo que la sociedad debe darle al personal sanitario, se requiere preparar a los mismos médicos para que puedan tratar los trastornos mentales de los compañeros.
“A medida que se expande el impacto económico y social de la pandemia, podemos prever un incremento en los problemas de salud mental. Esta situación está afectando especialmente a los trabajdores de la salud mental que sean aptos para el futuro: inclusivos, basados en la comunidad y asequibles”, así lo dijo el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhamon Ghebreyesus, en un informe al finalizar el 2021.
Los datos recogidos por la OMS indican que hasta el 40% del personal sanitario que trabaja en cuidados intensivos alcanzó el umbral clínico para el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático, el 13% tuvo pensamientos suicidas, el 11% presentó ansiedad severa, el 7% tenía problemas con el alcohol y el 6% depresión.
Además de las exigencias extraordinarias que ha impuesto la pandemia a los profesionales de la salud, tanto física como mentalmente, el doctor Felipe Villegas, médico psiquiatra, especialista en medicina laboral y gerente de Mutalis Bienestar Laboral, afirma que los riesgos psico-sociales son hoy en día el mayor peligro a tener en cuenta en el personal de salud.
“Tal vez siempre lo han sido, pero la pandemia los sacó a la luz al disminuir parcialmente el estigma y evidenciar la alta frecuencia de síntomas psicológicos y de patología mental propiamente dicha Esto permitió humanizar las altísimas tasas de depresión, ansiedad, suicidio, consumo de sustancias psico-activas o insatisfacción laboral de nuestros colegas, al mismo tiempo que reveló una realidad que afecta a una gran proporción de trabajadores de la salud en comparación con los otros grupos de trabajadores o con la población general”.
Como ocurre con muchos aspectos concernienetes a los trastonrnos mentales, el estrés sueles interpretarse equivocadamente o estigmatizarse. Por lo tanto, es conveniente no confundir situaciones desafiantes pero que se convierten en un estímulo para el trabajador porque le motivan y le brindan un entorno de trabajo favorable con el estrés que se produce cuando las exigencias son mayores que la capacidad para hacerles frente, o no cuenta con los recursos necesarios, o se siente constreñido para desempeñarse lo mejor posible.
Desafortunadamente, dice el doctor Villegas,
Los trabajadores de la salud siempre han ejercido en unas condiciones laborales propicias para el desarrollo de enfermedades mentales. En este contexto se encuentra la violencia, los turnos nocturno, un pobre balance de vida, el ambiente laboral altamente competitivo, la percepción de baja remuneración, la falta de control en las tareas que realizan, las demandas emocionales y cuantitativas que desbordan frecuentemente las capacidades de la persona, las situaciones administrativas que genera un progresivo distanciamiento con el paciente y en últimas, una notable disminución de la empatía, solo por enumerar unos ejemplos. No es extraño que quieres hacen turnos nocturnos terminen con alteraciones en el patrón de sueño y que en estos últimos tiempos los profesionales de la salud se hayan convertido en blancos para la violencia por parte de los pacientes, los familiares o incluso, los jefes. Comenta el doctor.
En ese sentido, la pandemia multiplicó exponencialmente el aumento de estas demandas, en un grupo de trabajadores que estaba previamente agotado y francamente vulnerable, lo que ha disparado los nuevos diagnósticos psiquiátricos y ha exacerbado además los pre-existentes, señala el experto. “Vale la pena anotar que fueron los trabajadores de la salud quienes al ser la primera línea de contención de la pandemia tuvieron que afrontar una situación tan novedosas como el manejo de la misma y dado que no estaban debidamente preparados, esto les ha generado una gran ansiedad”.
Las condiciones laborales favorables aumentan el rendimiento y el bienestar mental
Dentro de los desafíos que ha provocado la pandemia está el manejo médico oportuno de aquellos trabajadores de la salud que ya tenían una enfermedad mental directas o asociada al Covid-19. “Este grupo ha requerido intervenciones de rehabilitación y, por lo novedoso de los síntomas de la enfermedad, aún estamos aprendiendo cómo tratarlos y cuáles son las mejores formas de rehabilitarlos. Existe un grupo menor que aún tiene mucho temor de regresar al lugar del trabajo clínico habitual y que aún precisan del acompañamiento cercano por parte de los servicios de salud mental y desde el punto de vista ocupacional con el fin de lograr reintegros exitosos”.
De igual forma, el doctor Villegas considera fundamental que desde las áreas de salud mental se adopte una nueva perspectiva que abarque más que el propósito de disminuir los síntomas que el paciente está padeciendo y se busque una genuina rehabilitación integral que conlleve como fin último a mejorar la funcionalidad y la calidad de vida de las personas que está recibiendo el tratamiento.
Como en la mayoría de las patologías y la enfermedad mental no es una excepción, los factores ambientales, el contexto en que la persona vive, la predisposición genética, el hecho de haber tenido eventos traumáticos en la infancia como maltrato, violencia sexual, ausencia de padres, una enfermedad física concomitante o factores de estrés laboral generan un mayor riesgo de padecer una enfermedad mental. Definitivamente el desarrollo de una enfermedad mental dependerá del equilibrio de estos riesgos y de diversos factores protectores, puntualiza el psiquiatra.
La cuestión, entonces, es si los profesionales de la salud están preparados para atender las patologías mentales de los colegas. En ese sentido el doctor Villegas considera que la pandemia hizo visible la alta prevalencia de la enfermedad mental de los trabajadores de la salud y con ello ofrecer la oportunidad de diseñar diferentes mecanismos para poder manejar la enfermedad mental de la mejor manera.
El primer paso es enfocar los esfuerzos en apoyar con empatía, invertir en prevenir efectivamente, diagnosticar y tratar tempranamente a nuestros colegas, argumenta Villegas.
“El hecho de sacar a la luz el impacto psicológico causado por la emergencia sanitaria y persiste luego de dos años de pandemia es una prioridad y no se debe perder el impulso. Del mismo modo es fundamental aumentar la formación en salud mental de los estudiantes e implementar primeros auxilios psicológicos en los centros de salud, pues al final una escucha empática y oportuna puede ser el mayor apoyo en un momento de crisis”.
La vacuna para proteger la salud mental en este caso está en conservar un adecuado balance entre la vida laboral y familiar, fortalecer los grupos de apoyo, realizar la actividad física regular, llevar una alimentación balanceada, realizar técnicas de respiración y relajación de forma regular y consultar a tiempo en caso de presentar síntomas físicos o psicológicos que puedan tener su origen en una prolongada situación de estrés o sufrimiento de estrés o sufrimiento emocional.
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