La diferencia entre aprender a vivir con el virus o eliminarlo
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La diferencia entre aprender a vivir con el virus o eliminarlo


El Colegio Médico Colombiano invitó al doctor Luis Jorge Hernández, profesor de salud pública de la Universidad de los Andes para analizar en la Cita con el Experto los resultados obtenidos con la estrategia de mitigación adoptada por el gobierno colombiano para hacerle frente al Covid-19.


Con el avance en las fases de vacunación, el levantamiento de muchas de las restricciones y la apertura de estadios, bares y escenarios para conciertos pareciera que el fin de la pandemia Covid- 19 estuviera a la vuelta de la esquina. Sin embargo, la aparición de nuevas variantes, la falta de vacunas para acelerar el ritmo de la inmunización y la falta de adherencia a los esquemas de vacunación también parecen amenazar los pequeños logros alcanzados.

De otro lado, los nuevos brotes en otros países, los anuncios de algunos gobiernos de retomar la obligación de usar mascarillas o el cierre temporal de ingreso de turistas y estudiantes provenientes de países como Colombia que, según el Ministerio del Interior Español, tienen una evolución muy desfavorable en su situación epidemiológica, obligan a reabrir el debate acerca de las estrategias a seguir para enfrentar lo que reste de la pandemia Covid-19.

El doctor Luis Jorge Hernández, médico de la Universidad Javeriana, y magíster y Ph. D. en Salud Pública de la Universidad Nacional, profesor de la Universidad de los Andes y director epidemiológico de Covida, en la Cita con el Experto, del Colegio Médico Colombiano (CMC), dijo que definir entre las estrategias de eliminación y mitigación resulta fundamental a la hora de manejar una pandemia.

“Colombia optó desde un comienzo por la estrategia de mitigación del virus para evitar la saturación de los servicios de salud. El país decidió hacer lo mismo que hizo durante la pandemia H1N1, en 2010. En esa ocasión se hizo el alistamiento de los sistemas de vigilancia epidemiológica para poder responder de forma oportuna a los brotes de síndromes respiratorios. En Bogotá se abrieron seis unidades centinelas institucionales con el fin de vigilar los sindrómicos respiratorios. No obstante, en marzo de 2020 la pandemia nos[1]  encontró con solo dos esas unidades centinela, lo que indica que en diez años se desmontaron la mayoría de las unidades y se bajó la guardia en el seguimiento de los virus respiratorios, situación que influyó  en  el aumento significativo de contagios y de las más de 26 mil muertes en Bogotá”.

Volviendo a las estrategias que han adoptado diferentes países en el mundo para abordar la pandemia, el profesor Hernández explicó que la estrategia de mitigación persigue aplanar la curva para evitar el colapso sanitario. Por el contrario, la estrategia de eliminación trata de mantener el contagio en áreas localizadas para cortar las cadenas de transmisión, actuando lo más rápido posible para identificar y asilar los contactos.


“En la mitigación las restricciones aumentan a medida que avanza la epidemia para aplanar la curva; en la vía de la eliminación se invierte el orden al introducir medidas radicales al comienzo para evitar la propagación del virus. En la mitigación esperamos que el virus llegue, en la eliminación salimos a buscar el virus”.


En una publicación de The Lancet en junio de este año, se observa que la estrategia de eliminación del SARS-CoV-2 supera los resultados obtenidos con la estrategia mitigación en materia de salud, economía y respeto por la libre movilidad. Mientras que países como Nueva Zelanda, Japón o Australia han centrado su lucha en la máxima eliminación del virus –máximo esfuerzo para reducir los contagios lo más rápido posible–, otros muchos países como Canadá, México, Francia, España, incluso a Colombia, han apostado por la estrategia de mitigación –intervenciones para reducir los casos de coronavirus y no colapsar los sistemas de salud, resaltó el experto en salud pública.

En Colombia, el Gobierno solo ha actuado cuando el sistema sanitario ha estado a punto de colapsar, afirmando que hay que aprender a vivir con el virus, una estrategia netamente de mitigación que ha dado lugar a más de 120.000 muertes, casi cinco millones de casos de Covid-19 confirmados, al retroceso en los indicadores de salud, millones de niños sin escolarizar durante más de año y medio y cientos de restricciones. En ese sentido el profesor manifestó que las cuarentenas generalizadas no fueron decisiones que hayan tenido un impacto real en el comportamiento de la curva. Hoy se sabe que las cuarentenas generalizadas o estrictas no sirven y pueden hasta resultar más contraproducentes que la libre movilidad, pues estos cierres prolongados ponen en peligro los medios de subsistencia de los más vulnerables, agregó.

“No hemos vueltos fanáticos del término “estricto” porque nos proporciona sensación de seguridad, pero lo cierto es que los escenarios de mitigación han sido muy débiles como respuesta institucional. La primera oleada que se presentó en julio 2020 afectó principalmente a adultos mayores; la segunda que ocurrió en enero de 2021 incidió más en adultos medios, aunque la mayor mortalidad se dio en adultos mayores, y el tercer picó atacó más a adultos y a jóvenes. El curso de una pandemia es que quienes no se enferman en la primer pico, lo hacen en el segundo o en tercero hasta que se infectan todas las personas susceptibles. Lo único que logra variar ese orden natural es la vacunación, pero no lo es todo”.

La pandemia como un hecho social

Además de continuar el esquema de vacunación, en este punto la estrategia para combatir el Covid-19 debe tener un enfoque múltiple. Por un lado, acelerar la vacunación y por el otro, mantener baja la transmisión. Apostarle solo a la vacunación es una medida de mitigación, no de eliminación, señaló el profesor.

“Localidades tan pequeñas y que albergan las sedes del Gobierno Nacional como la Candelaria, tiene la mayor tasa de mortalidad de Bogotá porque tiene una alta presencia de población vulnerable, migrantes, habitantes en situaciones de calle y de informalidad. Lo curioso es que allí no se realizan tamizajes selectivos para hacer el rastreo de los casos y aislarlos. Tampoco se han fijado unas metas de casos activos (personas con síntomas o PCR positiva en los últimos 14 días) (estrategia de eliminación). Lo único que se mide es la ocupación de las UCI para determinar si abrir o cerrar actividades y servicios, es decir, más mitigación; más policía sanitaria, en lugar de empezar a contemplar una efectiva política sanitaria. A eso se suma que las EPS han sido muy débiles en el rastreo de contactos porque no han adoptado un modelo de atención primaria, lo que se refleja en las dificultades que han tenido para implementar la atención domiciliaria”.


El Covid-19 también ha evidenciado la relación que tiene con las enfermedades crónicas no transmisibles y con los determinantes en salud (pobreza, informalidad, falta de educación, inequidad social), lo que lleva a contemplarla más como una sindemia que como pandemia, afirmó el experto Hernández.


El término sindemia fue descrito por primera vez por Merrill Singer, un antropólogo médico estadounidense, quien argumentó que un enfoque sindémico revela interacciones biológicas y sociales que son importantes para el pronóstico, el tratamiento y la política de salud pública. Eso atañe una perspectiva más amplia que tiene en cuenta los factores sociales más allá de los tratamientos farmacológicos o las medidas de contención del virus. En Colombia, por ejemplo, con un índice tan alto de trabajo informal, lo que se aprecia en los cierres estrictos o en los casos positivos es que las personas no se aíslan porque tienen la necesidad de salir a buscar el sustento, más que por falta de voluntad, comentó Hernández.

Un aspecto que recalcó el profesor es que la inmunización por sí sola no es la solución ni produce la eliminación de la pandemia. Sin embargo, las vacunas sumadas a otras medidas –como el uso de mascarillas, el distanciamiento físico, el rastreo de casos positivos (asociados a tests PCR) y el aislamiento, los controles fronterizos con aislamiento efectivo de viajeros y una campaña de comunicación activa para la población con instrucciones claras para mitigar el riesgo, sí pueden acelerar el fin de la pandemia. Hay que tener en cuenta que incluso los países con gran parte de la población inmunizada, como Israel, no dejan de lado las medidas de protección y hasta volvieron a retomar las normas de las mascarillas al poco tiempo de haberlas levantado. “La evidencia científica demuestra que los casos pueden reducirse sin necesidad de cierres estrictos siempre y cuando se amplíe la cobertura de la vacunación y se mantengan las medidas de bioseguridad”.

“Ahora que han llegado más vacunas, se debe mantener el uso de la mascarilla, evitar aglomeraciones, procurar espacios con buena ventilación y hacer continuo lavado de manos, esto para lograr reducir los contagios mientras se alcanza la tan anhelada inmunidad de rebaño, que se logra cuando se ha vacunado a más del 80 por ciento de la población. Se hace necesario que el ministerio de Salud, las secretarias de salud y la EAPB no bajen la guardia en el PRASS: pruebas, aislamiento selectivo y sostenible”. 

agosto 2, 2021

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