Para poder controlar el impacto de variantes como la Delta es crucial que la mayoría de la población complete el esquema de vacunación con dos dosis, o una en el caso de vacunas monodosis, y a la par mantener un estricto cumplimiento de las medidas de protección.
En 17 meses de pandemia, el mundo registró más de cuatro millones de muertes por la infección por COVID-19 la semana pasada y pese a que según las cifras suministradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 25 por ciento de la población mundial ya está vacunada, el planeta aún está lejos de alcanzar la inmunidad de rebaño, especialmente en algunas regiones y países.
El doctor Alfonso J. Rodríguez Morales, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología y presidente del Comité de Medicina del Viajero, durante la sesión semanal del Colegio Médico Colombiano, Cita con el Experto, dijo que con la aparición de nuevas variantes de preocupación, cada vez más contagiosas, es importante incrementar la cobertura de la vacunación.
De acuerdo con la OMS existen alrededor de 11 variantes del virus COVID-19. De ese número, cuatro de ellas, denominadas variantes de preocupación (VOC, variants of concern) (las variantes Alfa, Beta, Gamma y Delta) son las que se han llevado la atención debido a que son las responsables de la mayoría de los contagios y fallecimientos actuales, dependiendo de la región y el país.
Precisamente, a medida que avanza la variante Delta, presente en más de cien países, se hace más imperante la urgencia de vacunar, afirmó el doctor Rodriguez-Morales, quien es además docente e investigador senior de la Fundación Universitaria Autónoma de las Américas en Pereira, Risaralda.
Esta nueva variante surgió por primera vez en la India en octubre de 2020, y se ha extendido rápidamente por Europa, Estados Unidos y América Latina. La OMS la había clasificado como una variante de interés (VOI) en abril de 2021, pero el 11 de mayo de 2021 ya la definió como una variante de preocupación (VOC).
Las mutaciones denominadas preocupantes son aquellas que, entre otras cosas, presentan mayor capacidad de contagio, producen una enfermedad más severa y pueden ser más difíciles de neutralizar por anticuerpos generados por una infección o por la vacunación previa.
Las mutaciones ocurren todo el tiempo, pero cuando un grupo de virus comparten un mismo conjunto de mutaciones forman lo que se conoce como una variante. Hay que recordar que cada virus de SARS-CoV-2 tiene un código genético que se expresa en una secuencia de 30.000 pares de bases (30kb). A ese conjunto de letras se lo conoce como el genoma del virus, y es el que le da las instrucciones para funcionar y transmitirse.
Cada vez que el virus contagia a una nueva persona existe la posibilidad de que mute, una característica propia de los virus. Así, los científicos pueden saber que un virus mutó al notar que alguna de las letras de su genoma cambió.
El problema es que a mayor número de variantes, hay mayor probabilidad de que aumenten los contagios; y a mayor número de contagios, es mucho más fácil que surjan nuevas variantes. Y a ese reto de tener que enfrentar nuevas variantes, se suma la disparidad en la comercialización de las vacunas.
La semana pasada se produjeron 6,8 millones de casos nuevos y 288.000 muertes en las Américas, una cifra que equivale a aproximadamente la mitad de todos los casos y muertes reportadas alrededor del mundo, datos que según la OMS hacen que Latinoamérica sea la segunda región del mundo más afectada por la pandemia.
Y es “esa escasez de vacunas la que en parte ha llevado a que países como Colombia estén experimentando picos agudos en casos y hospitalizaciones, agravados por el relajamiento de las medidas de protección y la desigualdad impactante de la vacunación”, añadió el doctor.
De la Alfa a la Delta
Para quienes no lo tienen muy presente, la enfermedad por Coronavirus 2019, (Coronavirus Disease 2019, COVID-19), es el nombre asignado a la patología causada por la infección por el Coronavirus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo o Grave 2 (SARS-CoV-2), explicó el doctor Rodríguez-Morales. La infección fue descrita desde diciembre de 2019 en pacientes de la ciudad Wuhan, provincia de Hubei, China. El virus (SARS- CoV-2) hace parte de la subfamilia Orthocoronavirinae, en el cual se incluyen cuatro géneros: Alphacoronavirus, Betacoronavirus, Deltacoronavirus y Gammacoronavirus. A diferencia de otros coronavirus, fue tan rápida su expansión por todo el Globo Terráqueo, que en menos de tres meses las autoridades sanitarias declararon la pandemia.
Pese al desarrollo de la vacuna contra el COVID-19 en tiempo récord, lo cierto es que el virus ha seguido su proceso de expansión y causando nuevas preocupaciones por la aparición de diferentes variantes y las posibles reinfecciones, añadió el investigador.
Después de la variante Lambda (variante de interés, VOI), que se originó en Perú y se conoce también como la variable Andina, ahora los ojos del mundo están puestos en la Delta, responsable en este momento de uno de cada cinco casos de COVID-19 en Estados Unidos y de más del 90 por ciento de los casos nuevos en Reino Unido, Rusia e Israel.
Según la evidencia científica recopilada hasta la fecha, la mayoría de las muertes por COVID-19 en los países que tienen una alta cobertura en vacunación se presentan en personas que no han sido vacunadas o que no completaron el esquema de vacunación, lo que evidencia la efectividad de las vacunas.
En ese sentido, el doctor Rodríguez subrayó que si bien no existen vacunas que protejan un cien por ciento (no las ha habido para ninguna otra enfermedad previamente; por ejemplo la vacuna contra Influenza tiene de 40-60 por ciento de efectividad), las vacunas disponibles protegen contra la nueva variante, lo cual significa que las personas no vacunadas son las más vulnerables.
“Es importante recalcar que todas las vacunas que han sido aprobadas por la OMS siguen ofreciendo eficacia, seguridad y efectividad muy importante contra las variantes más peligrosas. La evidencia muestra que el riesgo de muerte se reduce considerablemente en las personas vacunadas, así como la enfermedad grave por COVID-19. De ahí que quienes estén totalmente inmunizados están mejor preparados para poder enfrentar nuevos picos de la pandemia. Sin embargo, la protección ofrecida por una sola dosis parece ser insuficiente y, por supuesto, los no vacunados siguen siendo los de mayor riesgo”.
Combinar vacunas, una posibilidad
Además de inoculables, en este momento se precisan campañas de educación masiva, incluso dentro del gremio médico, acerca de la baja frecuencia de los efectos adversos que se puedan presentar y la valoración de los grandes beneficios versus el bajo riesgo que supone la inmunización, comentó el experto.
“Resulta casi inverosímil que a estas alturas existan médicos en el país que no se hayan vacunado. Lo cual se debe tener en cuenta. Hay más probabilidad de que a una persona le caiga un rayo a que tenga un efecto adverso, como un trombo, por la vacuna de AstraZeneca. Fumar, por ejemplo, es más peligroso que aplicarse cualquier vacuna”.
Con respecto a la combinación de vacunas, aunque no existen datos concluyentes, muchos países están evaluando la respuesta inmunitaria que se obtiene al mezclar vacunas que utilizan ARN-mensajero con las que emplean virus inactivos, o con otras vacunas, como la Influenza.
En lo que existe un poco más de tranquilidad es en el tema de poder espaciar las dosis, pues hay estudios que aseguran que posponer hasta tres meses la segunda dosis podría preservar una apropiada inmunidad ante el SARS-CoV-2 en personas menores de 59 años, señaló en coherencia con el Consenso Colombiano de SARS-CoV-2/COVID-19 de la Asociación Colombiana de Infectología.
“Espaciar las dosis en personas mayores de 60 años o la respuesta que producen las diferentes vacunas en determinados pacientes, como los oncológicos, son escenarios diferentes, y en ellos esto no está indicado. Se ha comenzado a discutir la posibilidad de aplicar una tercera dosis en pacientes inmunosuprimidos, como quienes tienen un trasplante de órgano, pero hasta ahora no está justificada la aplicación de una tercera dosis en la población general”.
En el desarrollo de nuevas vacunas, como las cubanas, aclaró el vicepresidente, que no es posible hablar de si funcionan o no, pues no se tienen publicaciones arbitradas que muestren en detalle su eficacia, seguridad, y tampoco cuentan con la aprobación internacional de organismos como la OPS o la OMS, por lo cual no hay razón para aplicar una vacuna sin la respectiva aprobación.
En Colombia se ha tocado el tema de retomar la producción nacional de vacunas con dos posibles alternativas. La realidad, según Rodríguez-Morales, es que hasta el momento no hay ninguna que esté en fase tres, donde se comprueba la verdadera eficacia y seguridad, y es poco probable es que se cuente con ellas en los próximos dos años, dado el contexto de producción en el sector.
En la solución de una pandemia la vacunación por sí sola no es suficiente. Para el doctor Rodríguez-Morales, el control real de la expansión del virus requiere no solo de la eficacia y efectividad de las vacunas COVID-19 y del buen cumplimiento de los planes nacionales de vacunación, sino también de mantener bajo estricta vigilancia las medidas de protección, como el uso de las mascarillas, el distanciamiento social y el lavado de manos, entre otros, para controlar el impacto de todas las variantes.
“Aunque todos quisiéramos volver a la normalidad, es poco probable que ese deseo se pueda cumplir en un futuro muy cercano. Y dado que aún estamos lejos de tener al 70 por ciento o más de la población vacunada en Colombia, es preciso insistir en educar y difundir correctamente la información relacionada a la relevancia y el papel que juegan las vacunas en este escenario nacional y mundial”.
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