El nuevo Ministro debe de tener, sobre todo, el compromiso de hacer que el motor de los servicios de salud sean la calidad, el humanismo y la seguridad, y no las ganancias del sistema.
Por Dr. Jorge Enrique Enciso Sánchez – Médico Gineco-Obstetra
El doctor Fernando Ruíz Gómez, quien asumió como ministro de Salud hace ya unos meses, tendrá grandes retos para poder sacar adelante un régimen de salud que se encuentra en gran parte colapsado.
Si bien es cierto que con la ley 100 se amplió la cobertura, el sistema de salud pasó de brindar seguridad social a convertirse en un gran negocio. Si bien es cierto que al interior del sistema aún persisten unas deudas aparentemente de difícil pago y que muchas EPS e IPS se encuentran en quiebra, no se logra entender que existan compañías extranjeras dispuestas a comprarlas y manejarlas.
Dentro de las grandes falencias que tiene el sistema de salud actual están las largas filas de espera para los pacientes, la falta de oportunidad para que reciban a tiempo los medicamentos, que puedan contar con los exámenes y procedimientos en el momento que los precisan y que de verdad tengan derecho a la salud, sin tener que acudir a acciones de tutela, dado que los órganos de inspección, vigilancia y control carecen de los dientes necesarios para ejercer sus funciones en pro de la salud del pueblo colombiano.
El ministro Ruiz debe regular la apertura indiscriminada de facultades de medicina y no permitir que entren en funcionamiento aquellas que no dispongan de hospitales universitarios adecuados para los estudiantes de medicina que, por otro lado, cancelan exorbitantes sumas en matrículas con el fin de poder materializar sus sueños de convertirse en excelentes profesionales el día de mañana.
De igual forma, resulta de primordial importancia reestructurar el Servicio Social Obligatorio, pues su razón de ser ya no tiene validez con la cobertura que brindan las EPS en el país. Lo ideal es cambiar esa figura por la contratación de personal misional adecuado y suficiente para dichas plazas. De la mano de lo anterior, tiene que entrar en vigencia la ley de residentes con la reglamentación necesaria para que no se quede en letra muerta y así poder garantizar la sostenibilidad financiera del programa, tal como se lleva a cabo actualmente en el Hospital Universitario del Valle del Cauca.
Sin temor a equivocarme, el mayor reto que tendrá que afrontar el ministro de Salud está en la crisis de los trabajadores de la salud. El gremio médico está pasando por serios aprietos, en una situación de esclavitud total, puesto que no podemos ejercer la autonomía médica, la gran mayoría de los galenos no cuentan con trabajos dignos y estables, a muchos se les adeuda meses de salarios y cada día son más los casos de acoso laboral y maltrato, sin que se tenga en cuenta la función social, la responsabilidad y la ética de los trabajadores.
Esta decadencia laboral se debe a los tipos de contratación que están cimentados, por una parte, en la abusiva posición dominante de los contratantes y, por otra, en la falta de dignidad y respeto por parte de los contratados hacia su profesión.
Es de vital importancia que los trabajadores de la salud tengan las mínimas condiciones y las garantías de todo trabajador para que puedan hacer el trabajo que saben hacer con idoneidad, en un ambiente de pleno respeto y con la exaltación de la dignidad humana, requisitos básicos para un trabajo decente. En ese sentido, resultan necesarias la reglamentación y la intervención de las autoridades administrativas para hacer cumplir los acuerdos y obligaciones existentes entre el contratante y el contratado.
El nuevo Ministro debe de tener, sobre todo, el compromiso de hacer que el motor de los servicios de salud sean la calidad, el humanismo y la seguridad, y no las ganancias del sistema.
El nuevo Ministro no puede dilatar la reglamentación de la Ley de Talento Humano y recurso en salud (1164-07) y junto con una implementación seria de la Ley estatutaria en salud (1751-15) que aseguran el respeto y la justicia para una contratación digna y además promueven el viraje drástico y efectivo en la prestación de servicios de salud donde prima el derecho a la salud y no los dividendos del sistema. Trabajo duro y arduo; nada fácil, pero que se logra con temple y decisión. Esperemos que el ministro Fernando Ruíz lo consiga.
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