La fatiga del currículum, ¿Qué deberíamos dejar de enseñar en medicina?
Actualidad, Educación Médica, Opinión

La fatiga del currículum, ¿Qué deberíamos dejar de enseñar en medicina?


La educación médica contemporánea enfrenta una crisis silenciosa, pero profundamente estructural: la fatiga del currículum.


Por Jheremy Sebastián Reyes Barreto, Fundador del Grupo de investigación en cáncer y medicina molecular (CAMMO), University of Pittsburgh Medical Center / Diego Alejandro Vivas Giraldo, Emergenciólogo, Fundación Santa Fe de Bogotá; director de Pregrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes; Magister en Educación Médica

Una crisis que no se manifiesta en protestas ni titulares, sino en los gestos exhaustos de los estudiantes, en la ansiedad creciente ante exámenes desproporcionados, en la superficialidad del aprendizaje forzado, y en la desconexión cada vez mayor entre lo que se enseña y lo que realmente se necesita para ejercer una medicina crítica, humana y transformadora.

Esta crisis no es sólo pedagógica, sino también epistemológica y filosófica: ¿qué consideramos conocimiento valioso?, ¿qué tipo de médico queremos formar?, ¿cómo entendemos el acto de enseñar?, y sobre todo, ¿por qué seguimos enseñando tanto contenido irrelevante sin cuestionar su pertinencia?

El currículo como acumulación: una herencia positivista que agota

Durante más de un siglo, la educación médica ha estado estructurada bajo un paradigma positivista y enciclopedista, enraizado en la lógica de acumulación y transmisión de información. El saber se ha entendido como una suma de datos que deben ser transferidos del docente al estudiante, evaluados mediante pruebas estandarizadas y almacenados para el ejercicio profesional.

Este modelo sigue viendo al estudiante como un “receptor pasivo”, tal como criticaba Paulo Freire en su teoría bancaria de la educación, donde el conocimiento se deposita en lugar de construirse. Y aunque el mundo cambió, muchos planes de estudio siguen enseñando como si el conocimiento aún estuviera limitado a libros, en lugar de ser dinámico, transversal y digitalmente accesible.

Esta lógica ha generado una pedagogía sin poda, donde los contenidos se acumulan sin criterio ni jerarquización. Cada nuevo avance en ciencia médica se incorpora al currículo, pero raramente se elimina algo del pasado. El resultado es un plan de estudios hipertrofiado, desalineado de las verdaderas necesidades de formación y de los desafíos actuales del sistema de salud.

La paradoja del exceso: enseñar más y aprender menos

Estamos frente a una paradoja inquietante: cuanto más contenido añadimos, menos aprendizaje significativo ocurre. En lugar de generar conocimiento profundo y crítico, se forma un aprendizaje superficial, mecánico y temporal, centrado en la memorización de detalles que pronto serán olvidados o reemplazados por sistemas digitales de apoyo clínico.

¿Tiene sentido, en pleno 2025, dedicar semanas enteras a estructuras moleculares marginales o clasificaciones sin aplicación clínica, cuando lo que se necesita son médicos que sepan comunicarse, razonar éticamente, adaptarse a entornos cambiantes y comprender al paciente como sujeto integral?

Una educación médica alineada con el siglo XXI

Es determinante poder alinearse con la evolución que ha tenido la educación médica y la pedagogía con el paso del tiempo. Actualmente, los currículos por competencias y las Actividades Profesionales Confiables (Entrustable Professional Activities – EPAs) parecen responder mucho mejor a las necesidades reales del mundo que los tradicionales currículos basados en contenido y memorización.

Modelos como los de la Universidad de Utrecht y la Universidad de Harvard han dado un paso al frente al estructurar programas integrados por competencias que dirigen a sus estudiantes hacia el desarrollo de habilidades con altos estándares de desempeño, haciéndolos más eficaces, reflexivos y competitivos en su ejercicio profesional.

Este enfoque no es una “moda pedagógica”, sino una respuesta estructurada a un mundo que exige médicos integrales, capaces de enfrentar los desafíos clínicos, sociales, tecnológicos y éticos del siglo XXI. Y si las universidades no logran adaptarse a esta realidad, los niveles de burnout, deserción y problemas de salud mental derivados de la sobrecarga académica serán inmanejables en un futuro muy próximo.

Desaprender también educa: el valor de soltar lo innecesario

No se trata de hacer una educación más laxa ni superficial. Por el contrario, lo que se propone es reorientarla hacia lo verdaderamente importante: formar profesionales con juicio clínico, pensamiento crítico, habilidades comunicativas, capacidad de adaptación y profundo sentido ético.

Para lograrlo, la reflexión curricular debe convertirse en la mano derecha de todas las facultades de medicina. Esta revisión no puede ser un ejercicio aislado, sino un proceso constante, inclusivo y profundo, que escuche a todos los actores involucrados: estudiantes, docentes, personal administrativo y pacientes.

Solo así podremos romper la parálisis paradigmática que hoy limita la evolución educativa, y proponer una transformación curricular que:

  • Reduzca contenidos innecesarios o fácilmente consultables en entornos digitales.
  • Priorice habilidades esenciales para el ejercicio clínico contemporáneo.
  • Promueva metodologías activas de aprendizaje y reduzca la magistralidad excesiva.
  • Integre la tecnología como aliada, no como enemiga.
  • Transforme la evaluación en una herramienta para el aprendizaje, no para la selección o la memorización sin sentido.
  • Evaluar debe ser un acto pedagógico orientado a la integración, comprensión y aplicación, no al castigo memorístico.
  • Docentes e instituciones: la corresponsabilidad del cambio

Este cambio de paradigma no será posible si no se expande la conciencia sobre la responsabilidad docente e institucional en el sostenimiento del currículo tradicional. Como decía Platón, “el objeto de la educación es la virtud”, y esa virtud solo puede emerger cuando se enseña con amor, con propósito y con sentido ético.

Es momento de aceptar que muchos de los contenidos que enseñamos son vestigios de un modelo que ya no responde al mundo real. Y que revisar el currículo no es un acto de pérdida, sino de liberación pedagógica y responsabilidad social.

La fatiga del currículum es también una falla ética

Finalmente, es necesario reconocer que la fatiga del currículo no es solo un problema académico, sino también una falla estructural y ética en la formación del médico del futuro. Un currículo sobrecargado, sin sentido crítico, no solo desgasta al estudiante: forma profesionales desconectados de la realidad, menos empáticos, menos resilientes y menos preparados para el verdadero desafío de cuidar vidas humanas.

Enseñar más no significa enseñar mejor. La calidad educativa no se mide por la cantidad de datos transmitidos, sino por la profundidad del pensamiento que se logra cultivar. Es urgente una reforma valiente, basada en una sola gran pregunta: ¿qué tipo de médico queremos formar?

Dejar de enseñar lo innecesario no es una pérdida, es una responsabilidad. Es crear espacio para lo que verdaderamente importa: el juicio clínico, la empatía, la ética, la capacidad de adaptación y el pensamiento crítico. Reformar el currículo no es una opción ni una moda: es un imperativo moral con la sociedad, con la medicina y con la esencia misma de la profesión.

Fuente: Órgano de información del Colegio Médico Colombiano. Epicrisis. Ed. N° 36 (Junio-Agosto 2025). ISSN: 2539-505X (En línea). #SaludDignaYa

junio 17, 2025

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comité Editorial

Director
Dr. Stevenson Marulanda Plata

Editora
Maricielo Acero Rodríguez

Asesores Médicos
Dr. Jorge Diego Acosta Correa
Dra. Ivonne Díaz Yamal
Dr. Oswaldo Alfonso Borraez
Dr. Samuel Barbosa

Contacto comercial
Mary Stella Ardila Guzmán

NOSOTROS

Epicrisis es el órgano oficial de comunicación del Colegio Médico Colombiano. La opinión y conceptos personales expresados en los artículos firmados por un tercero no reflejan la posición de Epicrisis o el Colegio Médico Colombiano.

PBX: (+571) 746 3489 – Celular:(+57) 314 566 2174 – (+57) 323 232 4543 – (+57) 323 232 7752 – (+57) 314 566 2198Email : pqrs@colegiomedicocolombiano.org
Dirección: Carrera 7 # 69 – 17 – Bogotá, Colombia