A medida que las personas envejecen, es común experimentar ciertos cambios en la memoria y en la capacidad de concentración.
Sin embargo, cuando estas dificultades comienzan a interferir significativamente con la vida diaria, pueden ser señales de padecer un déficit cognitivo, una condición que afecta a entre el 10% y 20% de los mayores de 65 años, la cual compromete las funciones mentales.
Según el doctor Álvaro Navarro, médico especialista en psiquiatría, de gerente de salud de Centros Médicos Colsanitas, “los déficits cognitivos impactan principalmente cuatro áreas: la memoria, la atención, el lenguaje y la percepción. Aunque no son tan graves como una demencia avanzada, sí pueden reducir la calidad de vida de los pacientes”.
Los síntomas más comunes incluyen dificultades, para recordar eventos recientes, mantener la atención en tareas cotidianas y algunos problemas con el lenguaje como olvidar palabras o tener alteraciones en la percepción de la realidad.
La pérdida de memoria y la dificultad para concentrarse son algunos de los primeros signos de alerta que, en un principio, pueden ser sutiles, sin embargo, es fundamental prestarles atención cuando se vuelven persistente. En caso de notar estos cambios, es recomendable acudir a un especialista para realizar un chequeo oportuno.
Existen factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar un déficit cognitivo, como antecedentes de traumatismos craneoencefálicos o accidentes cerebrovasculares y la presencia de trastornos mentales. Estos pueden afectar directamente la capacidad de concentración y la memoria en los pacientes.
Además, dificultades para conciliar y mantener el sueño, junto a alteraciones en el comportamiento pueden ser señales tempranas de que es necesario consultar a un médico.
según el doctor Valencia, “es fundamental mantener hábitos de vida saludables para preservar las funciones cognitivas”. algunas de sus recomendaciones para frenar el deterioro cognitivo incluyen la actividad física regular, ejercicios relajantes de respiración, seguir una buena alimentación y participar en actividades que estimulen la mente, como la lectura, juegos de memoria, sudoku o los crucigramas.
Estas prácticas no solo pueden prevenir el avance de la condición en quienes ya presentan algunos de sus síntomas, sino que también ayudan a mantener las capacidades cognitivas.
El tratamiento para este déficit suele incluir terapias cognitivas y, en algunos casos, el uso de medicamentos que ayudan a manejar los síntomas. Sin embargo, la prevención sigue siendo la mejor herramienta, y para ello es vital llevar una vida activa tanto física como mentalmente.
Recuerde que la detección oportuna puede mejorar significativamente el bienestar de los que más quiere, especialmente en personas mayores de 65 años. “Cuidar nuestra salud mental a lo largo de la vida nos permite disfrutar de una mejor calidad de vida en la vejez”, concluyó Valencia.
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