Lo simple, lo complicado y lo complejo
Actualidad, Opinión

Lo simple, lo complicado y lo complejo


Como seres humanos hacemos parte de un ecosistema que llamamos sociedad, dicho ecosistema funciona con sus propias reglas y normas, las cuales definen comportamientos y la forma en que todos nos relacionamos.


Por Jonathan Rodríguez Troyano – Médico especialista en Gerencia Social, MBA. Msc Salud Pública Global (cursando en Pontificia Universidad Católica de Chile) – Certificado en Salud digital e IA en salud.

La sociedad tiene un rol preponderante para nosotros y es parte de lo que nos hace una especie única en el planeta; somos seres sociales que debido a esa interacción continúa hemos podido desarrollar el funcionamiento de nuestro cerebro y desplegar habilidades como el lenguaje verbal, la consciencia y la imaginación.

Los ecosistemas se caracterizan porque presentan diferentes niveles e interactúan con su entorno y diferentes variables, en ese sentido, la sociedad en la que vivimos se ve alterada por nuestra geografía, las condiciones climáticas, nuestros países vecinos, y a nivel interno nos dividimos en subsistemas como la familia, el trabajo, los grupos sociales, los grupos educativos, y a mayor extensión, la globalización económica.

Dr. Jonathan Rodríguez Troyan

De esta manera, las decisiones y acciones de estos diferentes actores afectan nuestra convivencia e inciden en las circunstancias que afrontamos en el día a día, obviamente en diferentes escalas, pero lo cierto es que vivimos interconectados la mayor parte de nuestra vida.

Así pues, cuando decidimos caminar hacia una dirección en vez de la contraria, estamos alterando la convivencia de quienes están alrededor; para poner un ejemplo, la impresión de un hombre con un perro en un callejón oscuro en horas de la noche es muy diferente a la del mismo hombre con su perro en un parque, en la mañana, donde hay otras personas jugando con sus mascotas.

Este sencillo ejemplo seguramente se presta para diferentes interpretaciones o conclusiones en la mente de cada persona, pero en Latinoamérica un factor que predomina en la primera escena es la sensación de inseguridad o de miedo, esto porque nos encontramos en una de las sociedades con una amplia historia de violencia prolongada, lo que ha dado lugar a comportamientos que en otras latitudes del planeta se ven con extrañeza, pero también ha suscitado un particular interés en estudiar nuestro entorno.

La principal conclusión es que somos diferentes, en buena parte por el entorno en el cual nos desenvolvemos y en la forma en que interactuamos con él, pero desde el punto de vista científico también sirve para darle mayor relevancia a la siguiente consideración: cualquier medida que se desee implementar debe ser evaluada y adaptada de forma particular en el territorio o región que se busca intervenir, tomando en altísima consideración sus interacciones y composición social.

Estos primero párrafos pueden sonar obvios de alguna manera, sin embargo, es un error común dar por sentado que lo conocemos todo, como si se tratara de algo estático, y no lo es. Las generaciones se ven influenciadas por diferentes hechos históricos, decisiones que les anteceden y un contexto altamente variable, por eso las intervenciones tanto en salud como en cualquier otra disciplina deben actualizarse de manera constante e incluir a los diferentes actores.

No es casualidad que un buen número de medidas implementadas dentro de un mismo país arrojan diferentes resultados de acuerdo a la zona geográfica, algunas fallan miserablemente en una región cuando en el inicio habían sido exitosas no muy lejos de ahí.

Ahora bien, las medidas que buscan intervenir en la salud de las personas han venido evolucionando considerablemente en cuanto a las consideraciones de las condiciones particulares; estudios acerca de enfermedades como la hipertensión o la enfermedad renal crónica ahora incluyen las diferencias entre regiones geográficas, perfiles epidemiológicos, etc, también se ha mejorado en la integralidad, reflejando un análisis mas allá de la enfermedad, como impactos en poblaciones vulnerables, o los efectos en el curso de la vida (infancia, vejez, mujeres en embarazo, etc.). Todo esto con la meta de buscar cerrar brechas entre el avance científico y las necesidades de las personas.

En este momento de acercamiento ha jugado un papel muy importante la tecnología, o en mejores palabras, la era de la información a través de la tecnología. Recordemos que la tecnología es una herramienta que ha venido acompañando al ser humanos desde milenios atrás, desde el uso de las herramientas de piedra, hasta la llegada de la agricultura como herramienta de desarrollo evolutivo, pasando por la escritura y los libros, los vidrios y su uso para la astronomía y la óptica, la pasteurización, y un largo etcétera.

Pues bien, hoy la tecnología digital y computacional hace parte de nuestro día a día. Por estos días podemos comunicarnos o ver a cualquier persona al otro lado del mundo gracias a las redes sociales, o aprender sobre cualquier tema solo con el internet y Google.

Como miembros del sector salud también hemos venido integrando diferentes tecnologías durante un tiempo prolongado: los rayos X, los microscopios, las prótesis articulares, entre otros. Sin embargo, en la actualidad el mundo nos ha pedido que integremos el mundo digital en nuestra práctica diaria, no es casualidad que existan cientos de miles de aplicaciones que estén relacionadas con la salud humana: desde las que tratan temas como la nutrición y el ejercicio físico, hasta los juegos que simulan catástrofes mundiales y pandemias.

Este boom expansivo nos ha puesto alarmas sobre su utilidad y permite el cuestionamiento acerca de si se envía el mensaje correcto, porque no nos digamos mentiras, en algunos casos se difunde de manera éticamente dudosa.

Y más allá del uso intermitente u ocasional, también ha crecido ostensiblemente la demanda de servicios de salud de manera digital; la telemedicina ha sido una de las palabras más buscadas en los últimos tres años, y las personas han empezado a interrogar -con justa causa- el costo/beneficio de la presencialidad versus la virtualidad en algunos casos.


En las sociedades convulsivas, con tiempo reducido para todo, con excesos de trancones en movilidad pero también en listas de esperas, no es extraño que las personas prefieran acceder de manera rápida y a bajo costo desde su casa. Buscan una vida con respuestas más simples, así los dilemas sean complicados.


De esta manera, algunas sociedades han tomado iniciativas que buscan integrar de manera completa estas necesidades y las soluciones tecnológicas: países como Reino Unido, los nórdicos y escandinavos (Noruega, Dinamarca, Finlandia) e incluso latinoamericanos como Costa Rica y Argentina, han empezado a regular el mercado bajo unos parámetros que buscan generar más beneficio que riesgo, y lo han ido integrando a sus sistemas de información y analítica de datos.

Hay que decir que en Colombia muchas organizaciones (incluyendo clínicas y hospitales) también han dado pasos agigantados en esta materia, pero algunos vacíos generan retos que deben ser discutidos.

La simpleza dentro de esta lógica es que su alcance o impacto sea el mayor posible, cuantas más personas conozcan estas herramientas, las usen e interioricen su beneficio, mayores serán los aprovechamientos, con la esperanza de que genere dinámicas positivas que alimenten y nutran nuestro propio ecosistema.

Lo complicado de este panorama proviene de las dificultades de base como la alfabetización, los dilemas éticos y la resistencia al cambio; además de las diferentes formas de comunicación tanto a nivel territorial (ej. los significados de la misma palabra) como a nivel institucional y organizacional (los resultados que buscan las directivas contra los resultados que esperan los pacientes), la brecha entre el día a día y los planes a largo plazo, y finalmente, la generación, traspaso y apropiación del conocimiento -que no solo implica el conocimiento científico, sino que incluye el conocimiento cultural-.

Dentro de lo complicado también hace parte el poner de acuerdo a los diferentes actores interesados, y que sea sostenible en el tiempo, ponernos de acuerdo en lo fundamental para no perder de vista que todos hacemos parte del ecosistema.

Y finalmente, lo complejo empieza al tener que estar a la vanguardia de los avances tecnológicos y al mismo tiempo tener que responder a las necesidades de cada individuo, es decir, que la persona haga parte del conjunto pero que no pierda su individualidad. En este apartado es innegable que lo simple, como abarcar la mayor cantidad posible, tiene sus propias complejidades y lo complicado, como ponernos de acuerdo, puede ser complejísimo.

Lo anterior nos invita a preguntarnos en el día a día, decisión por decisión, e iniciativa a iniciativa: ¿Cómo impacta esto al núcleo familiar? ¿Cómo lo asimilan e interactúan con la intervención los diferentes grupos sociales? ¿Si hoy tiene el respaldo y uso esperado, en uno, dos, tres o cinco años que efecto tendrá? ¿Cuándo sea reconocido y asimilado, cómo mejorarlo? ¿Y si es rechazado, cuáles son los siguientes pasos?

Lo cierto es que cada vez más la sociedad busca respuestas en la tecnología y lo digital; es innegable que vamos a una velocidad frenética, pero depende de cada uno de nosotros darle el uso adecuado y que no nos desvíe del propósito común, a fin de cuentas, ya es parte del ecosistema, y por más sencillo, complicado y complejo que sea, en algunos siglos, nuestra historia será contada señalando el contexto y las herramientas que usamos, tal cual como ha sido contada la historia sobre la edad de piedra y como nos ha hecho lo que somos hoy.


La Salud Digital, la Inteligencia Artificial, la Ciencia de datos y demás derivados están entre nosotros, asimismo, he aprendido de estas herramientas mientras he ido estudiando sus componentes y sobre todo viviendo con los alcances que se ven a diario.


Todo este nuevo componente de nuestra sociedad me ha permitido escribir esta columna, y ojalá los próximos años podamos considerar que ha sido muy beneficioso y con bajo riesgo.

Mientras tanto, levanta la cabeza y convive con tu entorno; lo digital ya es de uso común, no perdamos lo humano que hay dentro de nosotros, y fortalezcamos nuestras relaciones con los demás, recuerda que hacen parte de lo que somos hoy.

Fuente: Órgano de información del Colegio Médico Colombiano. Epicrisis. Ed. Nº 27 (Marzo-Mayo 2023). ISSN: 2539-505X (En línea).

marzo 21, 2023

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