La obesidad no solo presenta riesgos para la salud individual, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer, sino que también ejerce un impacto social y económico significativo.
Un ambiente obesogénico se caracteriza por la combinación de varios factores, predominando la disponibilidad limitada de alimentos saludables y la falta de espacios adecuados para la actividad física.
En un mundo cada vez más afectado por las crecientes tasas de sobrepeso y obesidad, surge la preocupación sobre los entornos que favorecen el desarrollo de estas condiciones de salud. Conscientes de la necesidad de abordar este problema de manera integral, diversos expertos y organizaciones como Unicef han señalado la importancia de los “ambientes obesogénicos” como un factor clave en la lucha contra la obesidad.
Un ambiente obesogénico se caracteriza por la combinación de varios factores, incluida la disponibilidad y el consumo excesivo de comida rápida, alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas; la exposición constante a la publicidad de estos productos en medios de comunicación y redes sociales; el sedentarismo derivado de un tiempo prolongado frente a pantallas electrónicas; el trastorno del sueño, el estrés y la falta de espacios adecuados para la actividad física. Estos factores se acumulan en comunidades y personas, contribuyendo al aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad, incluyendo a la población infantil y adolescente.
La obesidad no sólo presenta riesgos para la salud individual, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer, sino que también ejerce un impacto social y económico significativo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad está en aumento y afecta de manera desigual a diferentes segmentos de la población, especialmente a aquellos con menos recursos, resaltando la inequidad en el acceso a servicios de salud.
La doctora Sandra Nuñez, vocera de la plataforma de conciencia de la enfermedad de Novo Nordisk La Verdad De Su Peso, señala: “es evidente que la población de bajos ingresos enfrenta más barreras para acceder a alimentos de alto valor nutricional y a espacios seguros donde hacer actividad física, lo que aumenta su vulnerabilidad ante la obesidad“. En este sentido, los expertos insisten en que la lucha contra la obesidad debe abordar no sólo la responsabilidad individual, sino también las condiciones estructurales que favorecen los entornos obesogénicos.
Para combatir los ambientes obesogénicos, se proponen diversas estrategias. La doctora Sandra Nuñez, sugiere que para hacerlo la responsabilidad no puede caer únicamente sobre los individuos y sus decisiones, sino que se necesitan políticas públicas integrales de prevención que tengan en cuentas distintas variables como la asequibilidad a los alimentos, los tiempos de desplazamiento en transporte público, la flexibilidad laboral, la alimentación saludable en entornos escolares, entre otros. Además, destaca la necesidad de promover espacios urbanos seguros, con parques, ciclovías y aceras adecuadas, para fomentar la actividad física.
Abordar los ambientes obesogénicos requiere un esfuerzo conjunto de individuos, comunidades y autoridades gubernamentales. La toma de conciencia, la educación y la promoción de entornos saludables son pasos fundamentales para combatir la obesidad y sus consecuencias en la salud y el bienestar.
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