Información y poder
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Información y poder


Con la continua evolución tecnológica, los seres humanos podemos comunicarnos desde y hacia cualquier lugar del mundo de una manera cada vez más rápida. Las actuales herramientas de información son evidencia irrefutable de este desarrollo.


Por Miguel Angel Arévalo Blanco. Comunicador social-productor audiovisual @saludcontenido

Nos podemos enterar en segundos sobre nuevos descubrimientos científicos, el crecimiento económico, logros deportivos, reconocimientos académicos, el estado del clima, y cualquier otro hecho relevante que potencialmente pueda afectarnos.

El mundo continúa avanzando, pero las bases sobre las cuales se ha estructurado nuestra sociedad siguen siendo vigentes, basta con recodar el clásico de literatura, Leviatán de Thomas Hobbes, publicado en 1651, en donde plasma una realidad absoluta: “quien tiene la información, tiene el poder”. Información, no conocimiento ni veracidad.

Son contados los medios tradicionales de comunicación que no presentan la información de acuerdo a los intereses del grupo económico al cual pertenecen, según si propia agenda. Frente a esta realidad los medios alternativos de comunicación han encontrado el apoyo necesario, en especial el económico, para que como medios independientes puedan realizar productos informativos libres de las condiciones, en especial, la venta de pauta publicitaria, razón por la cual han perdido credibilidad.

Las redes sociales como Facebook, YouTube y en especial Twitter, han reducido la necesidad de contar con un amplio equipo de personal y técnico, para el procesamiento de la información y llegar a lo que ahora se conoce como creación de contenidos.

Esta reducción de personal en estos nuevos medios de información ha dado como resultado, que la importante labor que hacen los comités editoriales y la revisión de pares sea eliminada, dando como resultado información sin la corroboración de las fuentes, ni el debido sustento científico y académico.

Con la monetización sobre la creación de contenidos para la publicación en redes sociales, YouTube, Instagram, Tik Tok, entre otras; se abrió la puerta que cualquier persona sin importar la calidad y veracidad de la información que presentara, encontrara la vitrina perfecta para difundir lo que le generase vistas, comentarios y “likes”, todo con un fin lucrativo.

En esta nueva estrategia, muchos “jóvenes emprendedores” encontraron una nueva oportunidad de negocio que aquí en Colombia la conocemos como bodegas, la cual, no es más que un negocio que crea tendencias en la opinión pública, las “fake news”.

Esto no es nuevo. El informar a medias o de manera tendenciosa, ha sido utilizada desde el origen mismo del periodismo y la impresión de los primeros periódicos; la gran diferencia con las tecnologías de la información existentes es un mayor alcance e inmediatez.

El salto evolutivo en el medio para transmitir noticias ha hecho de las redes sociales su aliado, pero junto al uso de las redes por parte de los medios tradicionales de información, se ha desarrollado el fenómeno de los “informativos de segunda mano”.

Estos “informativos” son productos desarrollados con base en los titulares de periódicos, noticieros y tendencias en redes sociales, presentados de una manera informal.

Esta manera tan despreocupada de informar ha tenido gran acogida entre las nuevas generaciones, las cuales se sienten identificadas con estos nuevos modelos de comunicación, creando vínculos empáticos muy fuertes.

La pandemia del Covid-19 llegó de la mano con la “infodemia”, fenómeno producido por la cantidad de información en donde en estos medios alternativos, opinaron y recomendaron como expertos sin serlo. Y gracias a la baja credibilidad de los medios tradicionales de comunicación, los grupos familiares y de trabajo de Whatsapp dieran rienda suelta a compartir cualquier información que recibían, produciendo como resultado una gran desinformación.

Las consultas de YouTube y Google sobre los remedios y tratamientos para prevenir y curar el Covid-19 fueron la tendencia durante más de un año. Allí se encontraban personas que con mucho carisma recomendaban el consumo de dióxido de cloro, diversos extractos de vegetales, incluyendo el uso de medicamentos veterinarios. Aún se desconoce el ingreso económico que tuvieron estos influenciadores con la divulgación de este tipo de contenidos.

Muchos profesionales de la salud vieron la importancia de informar responsablemente y desde las mismas redes sociales empezaron a crear contenido. basados en información oficial y verificada. Otros, que son los más peligrosos, sentaron su posición en contravía sobre las recomendaciones de las diversas instituciones, sociedades científicas y académicas. En medio de ese debate se encuentran el ciudadano de a pie, que al ver que ni entre los mismos profesionales del gremio hay un consenso público, prefieren creerle a su youtuber favorito.

El problema es evidente y la solución también. Las instituciones y los profesionales de la salud deben cerrar filas y crear estrategias de comunicación conjuntas, enfocadas a los usuarios de redes sociales, en un lenguaje directo y sencillo. El que tiene la información tiene el poder, poder para educar y formar responsablemente.

marzo 25, 2022

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