La violencia; ¿transculturalmente aceptada? ¿y en psiquiatría social, cómo valorarla?
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La violencia; ¿transculturalmente aceptada? ¿y en psiquiatría social, cómo valorarla?


A nivel mundial, que no local, la pandemia se ha propagado, provocando victimas equivalentes a las de guerras mundiales. Entonces, en este mismo sentido, ¿no vamos a tomar medidas para evitar que la violencia invada nuestra niñez activa y nuestra juventud, inmediato futuro de cualquier raza, cualquier pueblo, con esa mal engendrada idea de violencia?


Por Dr. Carlos Pol Bravo – MD Psiquiatra – Director Científico Central Médica de Sexología

Una vez más me pregunto: la rasgada de vestiduras, las miradas indignadas, los comentarios “oportunos al tema” o los silencios mudos ¿no son parte de una parafernalia social sin sentido y con el único propósito del “todo va bien, Madame la Marquise”?

Porque… si nos detenemos a pensar, a valorar y recapacitar, la violencia indecente y destructora, la estamos aceptando por décadas y sin prejuicios, a través de la educación machista: “defiéndase mijo, sea macho”, tan cacareado en tantas luces a tantos, y desde pequeños.

Esto, sin olvidar, la absoluta falta de control a los juegos, sobre todo videojuegos, actitudes y en ocasiones conductas villanas, así como inconscientes por parte de pequeños, pues, no olvidemos que quitarle las alas a un grillo, las patas a una hormiga y otras linduras, eran y son practicadas por niños, y no se aprecia, no se valora en la influencia sobre la posterior conducta de ese niño, que puede pasar a mayores actos de violencia a medida que se desarrolla su intelecto. Y su crueldad, de paso.

Asimismo, para todo esto no hace falta ser especialista, solo ser detallista y buen “observadurista”.

Y la TV, esa caja tonta, como denominamos en España a la tele, donde los programitas, especialmente de sábados y domingos son de exterminadores, destructores, criminales, traficantes y otras lindezas que, en la mente de un niño, en plena formación y desarrollo, no pueden llevar a nada bueno.

No pido proyecten la inocente casa de la pradera, o Lassy, ese noble collie de nuestra infancia.  Pero, de ello a llegar a temáticas dignas de la carrera universitaria de Criminología, hay un verdadero universo.

Continuando… los jueguitos de ordenador, de celulares con sus fantásticas, rápidas y dudosamente gratuitas bajadas de aplicaciones para destruir en la pantallita a todo cuanto se menea. A mi modesto saber y entender, esta es la peor, pues no solo miran, interactúan, representan, o viven al personaje que tienen en la pantalla, y todo ello para conseguir puntos, en otras ocasiones y temas, los sonados likes, véase el concepto del “burn like” (psiquiatria.com, 2021) para mostrar a sus compañeros de colegio o de grupo lo machos que son y a cuántos bichos cibernéticos han matado, eliminado, borrado, o cuantos más eufemismos se le quieran dar.

La verdad es que se preparan para una lucha tan inconsciente como absurda; tan negativa como peligrosa, y no se les limitan juegos ni horarios para seguir con el tema de quienes lanzan esos juegos, jugando con nuestros hijos, potenciando de la forma más subliminal una violencia total al igual que inaudita, si nos proponemos a mirar tales juegos, y los miramos…

Y, para terminar, esa forma de potenciación a vivir a la moda, al estar in, a evitar el estar out, a ser winners, no loosers, etc., etc.

¿Hay conciencia, de la competitividad violenta de tales formas?

Todo ello hace que la insensibilidad social mire las noticias, los periódicos de forma indiferente: “Eso a mí no me pasa”, “eso, nunca en mi familia…” por favor, ¡un poco de razonamiento y humildad!

Recuerdo cómo en una entrevista el pasado año, al inicio de la pandemia, dije que, además de evitar estar en la lista, pensáramos como cualquiera; cualquiera por raza, género, condición social, económica, cultural y política, cualquiera podría resultar infectado. Recuerdo también que insistí en ello y cómo luego comentarios hubo de que eso era innecesario pues a muchos no le pasaría.

Por prevenirme, a priori, de tales “inocentes injurias”, dije cómo debíamos valorar que eso no pasa solo en las películas, hacia donde más de uno intenta fugarse para vivir una realidad, además, distorsionada.

Y tristemente, pasó. A tantos de cualquier rango los invadió, los contamino esa plaga tan real como mortal, quizá tan parecida al mundo de zombis de muchos pequeños.

A nivel mundial, que no local, la pandemia se ha propagado, provocando victimas equivalentes a las de guerras mundiales. Entonces, en este mismo sentido, ¿no vamos a tomar medidas para evitar que la violencia invada nuestra niñez activa y nuestra juventud, inmediato futuro de cualquier raza, cualquier pueblo, con esa mal engendrada idea de violencia?

Y todo cuanto está escrito, como conclusión, opino como ser humano, como padre, como ser civilizado, al margen de psiquiatra, debería ser revisado en los colegios, los hogares y en las consultas de quienes a ellas acudan, para el “estudio, valoración y tratamiento” como es menester y usual en nuestra área de psiquiatría, o de cualquier otra rama Galénica que se ajusten a cada caso, a cada circunstancia, pues este momento válido es para integrar la válida y célebre frase de Ortega y Gasset:

“Yo soy yo y mis circunstancias”

mayo 24, 2021

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