«La explicación materialista y biológica de la naturaleza humana y de la mente da miedo». Steven Pinker
Por: Stevenson Marulanda Plata
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EL INDIVIDUALISMO: LA MAGNA OBRA DE LA BIOLOGÍA.
La materia viva de la naturaleza se agrupa para formar seres individuales; de esta manera, la vida viene hecha en paquetes de fábrica llamados individuos —supervivientes, irrevocablemente mortales, únicos e irrepetibles, libres, autónomos e independientes—. Cada ser, paquete o individuo de virus, alga, bacteria, hongo, planta o animal, pequeño o grande, viene al mundo con el supremo fin de conservar por un tiempo determinado su propia existencia y expandirla más allá de su generación.
EL GOBIERNO DICTATORIAL DE LOS GENES.
En la vida natural y puramente biológica, para alcanzar el supremo fin —existir, sobrevivir y multiplicarse—, cada ser individual, en forma activa y creativa, debe utilizar diferentes comportamientos inconscientes preprogramados genéticamente, indispensables e inevitables, forzosos y necesarios, con el fin de potenciar al máximo su propio éxito y explotar, para su propio interés, los espacios vitales, sus recursos existenciales y a los demás individuos de su entorno.
Estos comportamientos son:
1. Multiplicación masiva y rápida.
2. Adaptación individual para la utilización del entorno de la manera más eficiente posible.
3. Aprovechamiento y explotación de otros individuos.
4. Competencia individuo/individuo por los recursos del entorno.
5. Alianzas entre individuos para competir con otros por los recursos del entorno.
1. MULTIPLICACIÓN MASIVA Y RÁPIDA.
Es la estrategia de los virus (incluyendo el del Covid 19), bacterias, hongos, insectos, peces malezas, y todo lo que tenga comportamiento de infección y de plaga.
2. ADAPTACIÓN INDIVIDUAL PARA LA UTILIZACIÓN DEL ENTORNO DE LA MANERA MÁS EFICIENTE POSIBLE.
La inteligencia robótica genética instintiva. Una semilla es un estuche o envoltorio individual biológico completo, dotado de todas las instrucciones, comportamientos y órdenes naturales —necesarios imperativos y precisos—, para sobrevivir y luchar por el espacio vital y sus recursos.
Sucede que en condiciones climáticas extremas, como la falta de agua y nutrientes en los veranos prolongados, muchas especies de semillas, inconscientes del ámbito peligroso que las rodea desde el punto de vista de la razón humana, pero súper conscientes desde la óptica del ciego libre albedrío de la naturaleza, y para evitar la hambruna y la muerte, reciben del más allá genético las imperiosas y utilitaristas ordenes: ¡Economicen y administren al máximo esta escasez! ¡Duérmanse ya! ¡Pónganse en modo ahorro de batería! Así entran en dormancia: un trance biológico crítico en el que se duermen tranquilitas, paralizando todas sus actividades metabólicas y de desarrollo, como si suspendieran temporalmente la vida para despertar cuando las condiciones vuelven a ser favorables. Así hacen las amebas cuando se enquistan, muchos insectos y reptiles cuando bruman, y los osos cuando hibernan.
La inteligencia robótica genética instintiva, en estos casos, no tiene nada que envidiarle a la inteligencia robótica artificial. Estos comportamientos instintivos son capaces aún de utilizar la inteligencia predictiva, de manera que los individuos procesan los datos de las cambios climáticos iniciales y predicen la llegada las condiciones adversas antes de su llegada.
3. APROVECHAMIENTO Y EXPLOTACIÓN DE OTROS INDIVIDUOS.
A. Explotación transgénica corporal.
Las órdenes que gobiernan la naturaleza y el comportamiento de cada ser biológico individual, grande o pequeño, son microscópicas: no se ven a simple vista. Por ejemplo, el Nosema es un animalito microscópico, un gran utilitarista y larva teniente que fabrica una hormona y luego se la inyecta a la larva de cierto escarabajo para engordarla como ganado y comérsela. Sucede que estas larvas son muy chiquitas y los adultos son muy flacos; así las cosas, su alimentación sería muy precaria y la trampa maltusiana acabaría con ellos porque demográficamente son muchas bocas para alimentar, lo que haría que apareciese la terrorífica hambruna, como dice el reverendo Malthus.
El químico que sintetiza el Nosema frena la metamorfosis de las larvas evitando que se transformen en adultos, estancándolas como a Remedios, la bella, en una magnifica y perpetua adolescencia. Sin parar de crecer y de engordar se convierten en un exquisito y nutritivo manjar: un tierno, apetitoso y jugoso gigante que pesa más del doble que un adulto. Hormona juvenil se llama el químico milagroso.
Las hormonas, como la ley de la gravedad, son órdenes de la naturaleza. La hormona juvenil es producida de manera apropiada por las larvas del escarabajo y de todos los insectos para mantenerse como tales durante un tiempo prudente, mientras están listas para su paso a la adultez. Lo que pasa aquí es que el corrupto del Nosema, cual espía informático se roba la información —genes— para producir el químico y la incorpora a su propio laboratorio, fabricando así un análogo muy parecido a la hormona juvenil que inyecta a la larva. Lo mismo hacen los humanos con los alimentos transgénicos —ganados, cerdos, aves y vegetales—.
B. Explotación transgénica mental —Gobierno químico centralizado —.
Un hormiguero es un reino de perfumes. El olfato es el sentido más potente de los insectos. Un nido de hormigas es una dictadura olfatoria, no sé si de izquierda o de derecha, a lo Stalin, Mao, Castro, Luis XIV o Pinochet, pero es autoritaria y absolutista.
Lo cierto es que es gobernada, sin caos y en perfecto orden, por el rastro de olores que desprende de su cuerpo una autocrática soberana.
La reina, igual que Remedios, la bella, cuando «Soltaba su hálito de perturbación, una ráfaga de tormento, que seguía siendo perceptible varias horas después de que ella había pasado», esparce su fragancia absolutista, definida e inconfundible, en el aire del nido en forma de partículas volátiles —hormonas del aire o feromonas—, que son órdenes mentales, férreas leyes de gobierno que capta el cerebro/mente de cada obrera y que se cumplen rigurosamente.
Estas feromonas, a diferencia de la hormona juvenil, no actúan sobre el metabolismo corporal de las obreras, sino sobre su metabolismo mental. La organización social y la división del trabajo en una sociedad de hormigas son repartidas genéticamente de manera escrupulosa y estricta. Una reina, una por nido, como Catalina La Grande de Rusia o Isabel de Inglaterra, cuya función además de gobernar mentalmente a las obreras para que cuiden los huevos y alimenten las larvas, tiene la sacrosanta obligación genética de la función reproductora, pues es ella y solo ella quien concibe y pone los huevos de los nuevos paquetes individuales de vida.
Hasta aquí todo es paz, prosperidad y tranquilidad en ese nido. Ahora, como en todo autoritarismo absolutista, aparece la violencia macabra y el terror. Los problemas aparecen cuando nace una nueva reina de las especies Buthriomyrmex regicidus y B. decapitans. Ella sabe genética, instintiva e inconscientemente que nació para gobernar, pero no tiene nido. Entonces planea un golpe de Estado. Igual que todo monarca que se respete, ella también está preparada para cortar las cabezas de sus adversarios. Entonces, de manera astuta, afanosamente sale a buscar otro nido, hasta que lo encuentra.
Allí, la reina nativa gobernando desprevenida en su trono no advierte nada hasta que unas filudas mandíbulas encaramadas sobre su lomo, plácidamente, con alma y paciencia de verdugo, empiezan a cercenar su cuello hasta que su cabeza cae nítida como la de Luis XVI: decapitada sobre el suelo real. Luego, la regicida se acuesta en el trono a parir y a gobernar. Será un mandato químico idéntico al de su antecesora. La asesina entonces es adoptada por las obreras huérfanas que recibirán sus ráfagas olfatorias y comprenderán que el olor, como el de Remedios, la bella, a sus platónicos amantes, las seguirá torturando más allá de la muerte.
C. La violencia genética instintiva por el poder no tiene límites.
—Así es como debes gobernar. —Le dijo el primer Nicolás a su hijo Alejandro—. ¡Muere en los escalones del trono, pero nunca cedas el poder!
Hay otra especie de reina regicida, la Monomorium santschii, que en sigilo letal se queda en la morada materna dispuesta a matar para gobernar; pero no mata a su propia madre con sus propias manos —mandíbulas, perdón— sino que induce mentalmente con sus feromonas a las obreras para que ejecuten esta fatalidad por ella. Entonces, emite al aire domiciliario su fragancia mortal: feromonas. Crueles y terroríficos perfumes que invaden el aire y el cerebro/mente de las obreras convirtiendolas en furiosas sicarias matricidas que embaladas se dirigen al trono real para decapitar a la reina madre.
D. Hormigas guardaespaldas asesinas
Pero no solamente las reinas regicidas son capaces de engañar a las obreras. Existe una mariposa, la Thisbe irenea, que también de manera corrompida les embolata la mente con químicos para usarlas como legiones de cohortes romanas para su protección y defensa. El alma niña de las mariposas, en su fase de oruga, no es como piensa Rousseau de los humanos: no son tan inocentes. Estas astutas larvas primero llaman a las hormigas mediante el sonido que produce un órgano que tienen en la cabeza, y cuando las tienen a tiro les rocían un químico, una feromona que se apodera de su comportamiento. Este néctar las vuelve agresivas contra todo, y como unos verdaderos samuráis en calistenia bélica, brincan en el aire abren y cierran sus mandíbulas gimnásticamente: atacando, mordiendo y picando todo lo que se les atraviese, menos a su ama oruga anti roussoniana que protegen hasta con su propia muerte.
E. La cría parásita.
La mentira, el fraude, el engaño, la trampa corrupta y la explotación que ejercen unas aves sobre otras, desde el punto de vista del razonamiento materialista y biológico de Steven Pinker, cuando dice que: la explicación materialista y biológica de la naturaleza humana y de la mente da miedo, me obliga a pensar que los principios fundantes de la vida biológica en estado de naturaleza no son tan altruistas, ni mucho menos roussonianos, en el sentido en que la vida, al principio, es inocente pero, luego, con el paso del tiempo, se corrompe.
Los pichones de estas aves, pájaros cucos e indicadores, nacen en hogares adoptivos; sus irresponsables madres biológicas ponen furtivamente sus huevos en nidos ajenos para que los empollen, los alimenten y los críen los engañados padres adoptantes. Pero, esta conducta fraudulenta y engañosa es insignificante comparada con el comportamiento siniestro, cruel y terrorífico del lampiño, gelatinoso, ciego y expósito pichón de pájaro cuco que, con apenas un día de nacido, como un monstruo mitológico parecido a un Atlas, aprovechando su gran tamaño, se acomoda sobre sus espaldas uno a uno a los demás huevos genéticamente legítimos y así los saca a todos del nido tirándolos al suelo, eliminando de este a sus competidores hermanos de crianza.
El otro pichón malvado, el de indicador, no tira los huevos de sus hermanos de crianza por la borda del nido, sino que con su pico en forma de puñal los asesina, rompiendo sus huevos. La gratitud y nobleza no está escrita en los genes de los pájaros cuco ni de los indicadores, pues cuando parten del nido jamás se acordarán de sus sacrificados padres adoptivos.
4. COMPETENCIA INDIVIDUO/INDIVIDUO POR LOS RECURSOS DEL ENTORNO.
Los palos de limón de Mongo.
Me contaba recientemente en Fonseca, La Guajira, Montgomery —un amigo médico de los Daconte de Aracataca— que había sembrado dos palos de limón en un círculo de tierra muy estrecho en el patio de su casa. Al cabo del tiempo, a pesar de que nuestra tierra es buena y de que él los regaba con igual devoción todos los días, notó que uno estaba vigoroso, crecido, verde intenso y hasta alegre, me dijo él, mientras que el otro, raquítico, amarillo, enano, deshidratado y triste, sufría amargamente y se debatía entre la vida y la muerte. Dolorosamente también me contó:
—Tuve que hacerle la eutanasia: y lo saqué.
—Mongo —Le dije—. No debiste haberlo sacrificado, bien pudiste haberlo trasplantado.
—Es que no tengo más espacio. —Me contestó.
5. ALIANZAS ENTRE INDIVIDUOS PARA COMPETIR CON OTROS POR LOS RECURSOS DEL ENTORNO.
Las tropillas de chimpancés
Los individuos chimpancés son las formas de vida más parecida a los individuos humanos, con ellos compartimos el 98% de nuestro material genético. Como nosotros, ellos también tienen un cerebro grande y ya son capaces de aprender culturalmente algunos pocos comportamientos para el logro de sus fines de vida. Sin embargo, la cultura simia todavía es insignificante comparada con la humana, y todavía son la biología y los genes los que dominan su existencia y sus comportamientos.
Lo importante de estudiar la vida biológica y social de los chimpancés es que su cercanía genética con los humanos por un lado, y su comportamiento biológico salvaje similar a las formas inferiores de los ejemplos citados por el otro, nos inducen a pensar que la jerarquía, la violencia, la propiedad privada, la nación y la libertad, son conceptos animales, profunda y arcaicamente arraigados en sus genomas.
Para ilustrar un poco esto veamos un pasaje del libro Una Herencia Incómoda: Genes, Raza e Historia humana de Nicholas Wade:
Las tropillas de chimpancé son jerárquicas. Un macho alfa y uno o dos aliados dominan la jerarquía masculina, y por debajo de ella hay una jerarquía femenina menos visible. Los machos son ferozmente territoriales, probablemente para proteger los árboles frutales que son la principal fuente de alimentación de la comunidad. Por lo general, las hembras permanecen y se alimentan en una región del territorio. Cuanto mayor es la región de cada hembra, más árboles frutales contiene y más hijos puede parir.
Para mantener y aumentar el tamaño de su territorio, los machos de chimpancé efectúan patrullas regulares alrededor de su perímetro, con incursiones ocasionales en el territorio de sus vecinos. Los machos de chimpancé son incansablemente hostiles hacia los machos extraños y, si es posible, los matarán apenas los vean. Su táctica favorita al invadir territorio enemigo es sorprender y matar a cualquier macho que puedan encontrar solo. Si el grupo incursor advierte que está en inferioridad, se retirará. Un territorio vecino será capturado después que hayan eliminado uno a uno a sus machos residentes en una campaña que puede durar varios años.
Las causas de nuestras pequeñas y grandes violencias, guerras y conflictos geopolíticos, son idénticas, incluyendo las dos guerras mundiales. Wade nos explica esta semejanza de comportamientos así:
Si el antepasado común de chimpancé y humano era parecido a los chimpancés actuales, también lo era su comportamiento social. La sociedad de los chimpancés actuales puede así, con precisión razonable tomarse como una aproximación a la sociedad del antepasado común, y por lo tanto describir la línea de base de la que evolucionó el comportamiento social humano.
¿QUÉ ES Y QUE HACE UN GENOMA?
Un genoma es el conjunto de todas las instrucciones y órdenes naturales necesarias imperativas y precisas que determinan el comportamiento de un individuo biológico para lograr sus fines: existir, sobrevivir y multiplicarse. El genoma de un individuo comprende todo el conjunto de sus genes y material genético; es un equipo compacto en el que todas sus partes se integran, cooperan unas con otras y funcionan como una sola unidad para fabricar desde cero la vida de un único nuevo individuo.
Su oficio, además de fabricar la criatura, es lograr el supremo fin de conservar su existencia por un tiempo determinado y reproducirla más allá del tiempo que dure su propia vida, haciendo que los individuos utilicen diferentes comportamientos inconscientes preprogramados genéticamente, indispensables e inevitables, forzosos y necesarios, con el fin de potenciar su propio éxito y explotar para su propio interés los espacios vitales, sus recursos existenciales y a otros individuos.
PRIMERO FUE EL AGUA QUE EL PEZ.
El ambiente es la propiedad privada del genoma, así como:
La fotosíntesis lo es de la clorofila.
El oxígeno de la respiración.
El agua del pez.
El aire de la pluma.
El espacio del movimiento y de la libertad.
De igual manera, así como el territorio, es la nación de la flora y la fauna, el cerebro es la nación de la mente del movimiento y de la libertad.
LOS CINCO SABIOS DE LA VIDA.
La unidad ambiente/genoma es irrompible. Sin estos derechos naturales del genoma la explicación de la vida biológica no es posible. De idéntica forma, si el átomo, la unidad fundamental de todo cuanto existe, incluyendo la vida biológica, careciera de sus libertades inalienables y de sus estrictos comportamientos físicos y químicos, no podríamos explicar las constantes leyes del Universo, ni de la biología misma. Tan incontestable es esto, que solo cinco átomos forman el ADN, la prístina molécula unidad fundamental del gen —unidad elemental de gobierno de la biología—. El oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno, el carbono y el fósforo, son los cinco sabios que forman la columna vertebral de la vida en la Tierra.
HASTA QUE APARECIÓ LA CONCIENCIA, LA RAZÓN, LA INTELIGENCIA, LA MORAL Y LOS SENTIMIENTOS HUMANOS.
La vida en estado de naturaleza no es roussoniana ni kantiana, es malthusiana y darwiniana. La vida biológica, aquella que es 100% determinada por los genes y el ambiente, donde el aprendizaje y la cultura no aportan nada para el cumplimiento de sus fines, es inevitablemente individualista: egoísta, competitiva, territorial, tramposa, utilitarista, cruel y violenta.
Estos pocos ejemplos, algunos extremos, me hacen pensar que toda la vida biológica en la Tierra es un solo y gran microrganismo global gobernado milimétricamente con mano de hierro por un perpetuo dialogo inconsciente, sin emociones, sentimientos o moral entre los genomas y el ambiente, con la idea común de construir entre los dos un círculo virtuoso para la fabricación de formas de vida evolutivamente estables; sin importar que para ello ignoren el imperativo kantiano humano —ningún individuo humano debe ser medio para los fines de otro—, y que la muerte, el sacrificio, el engaño corrupto, la explotación o el usufructo de unos individuos sean los insumos irrebatibles e indispensables para que este círculo virtuoso de vida y muerte prospere y que la vida como supra organismo logre su fin: existir, sobrevivir y multiplicarse en estuches individuales desechables.
Toda la vida en la Tierra era así, hasta que apareció el cerebro humano, que será el tema del próximo capitulo. De esta manera, es que mi pensamiento coincide plenamente con el de Richard Dawkins, profesor de comportamiento animal de Oxford, cuando en su libro El gen egoísta, evoca su ya famosa metáfora:
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