En su amplia trayectoria se entregó con vehemencia y convicción a mejorar la educación y la salud como sistemas para beneficiar a más personas.
Por Dr. Roberto Baquero Haeberlin – Presidente CMC
Ante el fallecimiento del profesor José Félix Patino Restrepo, maestro y guía de varias generaciones de médicos, quiero expresar mi más profundo pesar y sincero agradecimiento por su incondicional apoyo, sus valiosos consejos y su admirable generosidad intelectual.
Una vida dedicada al estudio sistemático y riguroso de la filosofía y de la ciencia que lo llevó a ser reconocido en el ámbito nacional e internacional por su trabajo en el sector de la salud a través de la docencia, el ejercicio profesional, su filosofía de la ciencia y diversas publicaciones que contribuyeron a dejar un mundo mejor.
Después del Bogotazo tomó la decisión de abandonar el país para continuar sus estudios de medicina en la Universidad de Yale, la tercera institución de educación superior más antigua de los Estados Unidos, pero jamás apaciguó su actitud beligerante por defender la dignidad del médico. Solía decir que a través de la medicina se puede apreciar el universo, el mundo entero; y se puede saber qué significa el hombre en su medio y qué significa el medio para el hombre; qué significa la vida, qué quiere decir la vida.
Sus 93 años los dedicó a resolver los problemas del conocimiento científico, por lo que no descuido la pedagogía, pues desde su sensibilidad de humanista siempre supo que debía transmitir el conocimiento y su experiencia para perpetuar la vida y todo lo que ella implica.
El profe Patiño definía a la medicina como un arte que debía estar al servicio de los otros, y eso implicaba el compromiso de su propia vida con la de los demás. Pensada como arte, sabia que la medicina escapa a la exactitud de los diagnósticos porque está sujeta a la respuesta impredecible y perfecta de cada organismo.
Para este gran humanista, exministro de Salud, exrector y profesor honorario de la Universidad Nacional, profesor de la Universidad de Yale (EE.UU.) y miembro de la Academia Nacional de Medicina, los principios de la medicina 1. Autonomía. 2. Veracidad. 3. No hacer daño (también llamado no maleficencia). 4. Hacer el bien (beneficencia). 5. Confidencialidad. 6. Justicia, eran su biblia. Siempre dijo que la obligación contractual o extracontractual del médico no es la de obtener en todo caso la recuperación del enfermo, o lo que es igual, no es una obligación de resultado, sino una obligación de medios, es decir, está obligado, no a curar al enfermo sino a proporcionarle todos los cuidados que requiera según el estado en que se encuentre en ese momento, por lo que llevar a un médico que no obtuvo el “resultado” esperado ante la justicia ordinaria constituía para el profe el fin de la autonomía médica, además de la más grande injusticia.
En su amplia trayectoria se entregó con vehemencia y convicción a mejorar la educación y la salud como sistemas para beneficiar a más personas.
Fue conocido por expresar públicamente su postura contraria al modelo de salud implementado con la Ley 100 por tratarse de un esquema neoliberal. En sus últimas intervenciones fue incisivo en la necesidad de una reforma estructural al sistema mercantilista de la salud.
En razón a lo anterior, al retomar parte de su legado, varias asociaciones del sector salud estamos en la misma línea de llegar a acuerdos para definir un plan, una metodología de trabajo y definir los objetivos a corto, mediano y largo plazo para que de una vez por todas se reglamente la Ley Estatutaria de la Salud.
Tenemos la intención de abordar los temas de contratación laboral, calidad y condiciones del ejercicio profesional, educación continuada, entre otros, a través de la creación de mesas intersectoriales para lograr avanzar hasta llegar al punto donde los actos y modificaciones en estructuras pueden conducir a mejoras significativas y duraderas.
Es el momento de dejar de hacer tanto diagnóstico del sistema de salud, de concentramos en los síntomas, donde lo único que hemos hecho es paliar la situación a corto plazo, a lo sumo, y empeorarla en el largo plazo.
Ya estuvo bien de nuevas leyes macro; debemos, por fin, entender cuándo se hace un cambio de fachada nada más, reformar por reformar para que todo siga igual. Nos hemos atascado en formas de mirar el mundo que en lo fundamental no son diferentes a las de un niño.
Ya tenemos la Estatutaria, ahora los mejores resultados no provienen de esfuerzos a gran escala sino de actos pequeños y bien focalizados. Por eso, cualquier cambio debe ser sincrónico y tener en cuenta el contexto, la realidad y las demandas de la población (médicos y pacientes).
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