¿Son los niños capaces de dar su consentimiento informado a los bloqueadores de la pubertad?
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¿Son los niños capaces de dar su consentimiento informado a los bloqueadores de la pubertad?


Si los niños con disforia de género pueden dar su consentimiento informado a los medicamentos necesarios para bloquear el inicio de la pubertad es algo muy controvertido.


Se han escrito muchos artículos al respecto. El último aparece en The New Bioethics, de Anthony Latham, del Scottish Council on Human Bioethics. Concluye que, “los niños no pueden dar su consentimiento para ser tratados con bloqueadores de la pubertad por disforia de género. Esto no niega la realidad de la GD o que las formas futuras de tratamiento puedan ser aceptables, pero descarta un medicamento experimental de este tipo que tiene consecuencias irreversibles tan profundas y potencialmente dañinas”.

Enmarca la pregunta en el contexto de la ley británica, que se basa en una doctrina llamada “competencia Gillick”. Los niños menores de 16 años que se consideren “competentes de Gillick”, pueden dar su consentimiento para los procedimientos médicos sin el permiso o incluso el conocimiento de sus padres. Por lo general, esto se ha invocado cuando los adolescentes quieren un método anticonceptivo o un aborto.

Pero Latham señala que la competencia de Gillick depende mucho de la seriedad del tratamiento y de si tiene consecuencias desconocidas.

“En teoría, es posible que un niño dé su consentimiento a los PB, pero en vista de la naturaleza experimental de los PB y los riesgos asociados con ellos”, escribe, “su competencia Gillick para hacerlo debe ser dudosa”.

¿Por qué?

Por un lado, observa Latham, surgió en en el caso de Keira Bell que la única clínica de disforia de género del Reino Unido nunca había rechazado a un niño porque él o ella era Gillick incompetente. Encontró esto preocupante. Según observa, el cerebro adolescente no madura hasta bien entrados los 20 años. Los adolescentes son conocidos por tomar riesgos y tienen dificultad con el control de los impulsos.

La competencia Gillick podría parecer un concepto plausible en el contexto de, por ejemplo, la decisión de abortar. Pero, argumenta Latham, “no tiene el mismo grado de resultados a largo plazo a los que conduce la administración de [bloqueadores de la pubertad]”.

Conclusión:

El cerebro joven es biológica y socialmente inmaduro, tiende a tomar riesgos a corto plazo, no posee la capacidad de comprender las consecuencias a largo plazo y está muy influenciado por sus compañeros. Los jueces del Tribunal Superior en el caso Bell V. Tavistock dictaminaron que es muy poco probable que un niño menor de 16 años pueda ser Gillick competente, para dar su consentimiento para PB en casos de GD. Esto no solo se debe a la inmadurez de un niño, sino también a la falta de confiabilidad de las recomendaciones sobre el tratamiento realizadas por los médicos de la clínica Tavistock, que negaban la naturaleza experimental de los PB y los riesgos asociados”.

Fuente: BioEdge

julio 28, 2022

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