Ascofame promueve la educación comunitaria, la formación ética y la colaboración entre universidades, instituciones de salud y gremios médicos para formar médicos competentes, resilientes y socialmente comprometidos.
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La doctora Paula Catalina Vásquez Marín, presidente de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (Ascofame) destaca los desafíos urgentes para los estudiantes de medicina colombianos: apoyo en salud mental, práctica clínica equitativa y de calidad, acceso a ayuda financiera y ampliación de oportunidades de posgrado.
*Como presidenta de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (Ascofame), ¿cuáles considera que son los desafíos más urgentes que enfrentan los estudiantes de medicina y cómo está abordando la asociación estos problemas?
Ascofame, como asociación que agrupa a las facultades de medicina del país, ejerce la secretaría técnica del Consejo General de Educación Médica (CGEM) y acompaña a las facultades en la implementación de sus lineamientos. El CGEM es una instancia nacional de orientación política y académica sobre la calidad de la formación médica, en la que participan facultades, gremios, estudiantes y los ministerios de salud y educación. Desde allí se han identificado retos que comparto plenamente:
Cuidar su salud mental y bienestar: la salud mental no es un problema exclusivo de los estudiantes de medicina; es un desafío global que afecta a múltiples sectores y generaciones. La formación médica es exigente y, en el pasado, existieron prácticas que generaban sobrecarga innecesaria. Algunas de estas situaciones persisten en ciertos contextos, aunque no deberían, y estamos comprometidos a erradicarlas. Actualmente, las facultades trabajan seriamente para ofrecer acompañamiento psicológico, tutorías, mentorías y otras estrategias integrales de autocuidado como parte del currículo. Estas acciones buscan que el estudiante enfrente la intensidad de su formación con apoyo, resiliencia y sentido de comunidad.
Equidad, suficiencia y calidad en los escenarios de práctica: los campos de rotación deben garantizar calidad formativa, seguridad del paciente y condiciones éticas. Esto es fundamental para la adecuada formación de futuros médicos y especialistas, tanto en facultades públicas como privadas.
Acceso a recursos para financiar los estudios: muchos estudiantes de familias de bajos recursos requieren apoyo para financiar pregrado y posgrado. Por lo general, las IES cuentan con programas de subsidios, becas y financiación que no son suficientes para cubrir todas las necesidades. Esta situación se ha agravado con las dificultades que enfrenta el Icetex. Es urgente que el gobierno, el sector financiero y las IES creen y fortalezcan programas de apoyo financiero que permitan el acceso y la permanencia en la educación médica de estudiantes con bajos recursos.
Fortalecimiento de la oferta de posgrados clínicos y médico-quirúrgicos: históricamente, solo uno de cada cuatro egresados de medicina puede iniciar una especialización médico-quirúrgica en el país. Aunque en la última década las facultades han acelerado la apertura de nuevos programas y ampliado cupos, el crecimiento de graduados ha sido igual o mayor, por lo que la oferta sigue siendo insuficiente. Para ampliar los cupos, se requiere mayor compromiso de las IPS públicas y privadas, esenciales para la apertura y expansión de residencias médicas, así como de las sociedades científicas, que proveen tutores y docentes. Además, es necesario definir responsabilidades claras sobre la financiación de estos programas, dada su alta inversión en docentes y contraprestaciones, que se reflejan en matrículas elevadas.
Colombia necesita planificar no solo el número de médicos, sino también su distribución territorial y perfil de competencias. El CGEM ha definido estándares para el médico general colombiano, de modo que todos los egresados respondan a las necesidades reales del sistema de salud, con énfasis en atención primaria y competencias resolutivas.
Temas como inteligencia artificial, salud digital y protección de datos deben integrarse en la educación médica, en sintonía con una formación ética y humanista, que es innegociable.
Somos un ecosistema formativo: universidades, hospitales, profesores, estudiantes, estado y sociedad compartimos la responsabilidad de formar médicos competentes, éticos y socialmente comprometidos.
¿Puede compartir propuestas específicas que Ascofame promueva para mejorar el nivel resolutivo de los médicos recién graduados y también las condiciones laborales de estos médicos cuando comienzan a ejercer la profesión?
Las 10 recomendaciones de la Sala de Pregrado del CGEM para transformar el pregrado de medicina están orientadas principalmente a mejorar la capacidad resolutiva del médico general. Por ejemplo: 1. Educación basada en las necesidades de la comunidad; 2. Formar médicos confiables con alta capacidad resolutiva; 3. Disponer de escenarios de práctica clínica y no clínica (comunidades, centros de adultos, atención infantil).
Además, se busca fortalecer el internado rotatorio como la verdadera transición al ejercicio profesional. Esto implica que el último año no sea una rotación más, sino un espacio para consolidar autonomía supervisada y competencias resolutivas. La Sala de Pregrado del CGEM emitió un documento con los resultados de aprendizaje esperados y procedimientos del internado, garantizando un núcleo básico de competencias para la resolutividad del médico general.
Esto se logra mediante rotaciones obligatorias en primer nivel de complejidad y Atención Primaria en Salud (APS), que incluyen urgencias frecuentes, consultas ambulatorias, hospitalización básica y salud familiar y comunitaria, con evidencias claras del logro de competencias.
También se promueve el uso de simulación clínica para apoyar la formación en procedimientos básicos, comunicación, bioética, trabajo en equipo interprofesional y manejo de situaciones críticas, con supervisión y retroalimentación constante. Esta iniciativa, liderada por Ascofame junto con facultades, expertos y sociedades científicas, establece lineamientos nacionales para la integración curricular y el uso adecuado de la simulación, cuyos documentos serán publicados próximamente.
Es urgente definir un modelo de atención en salud por parte de la autoridad sanitaria que permita establecer perfiles para conformar equipos resolutivos, un vacío actual en el sistema. Es fundamental que el médico recién graduado inicie su vida profesional en condiciones laborales justas y seguras, con acompañamiento estructurado y acceso a educación continua, tal como lo señalan los lineamientos del CGEM y la Ley de Talento Humano en Salud.
¿Cómo visualiza la colaboración entre universidades, instituciones de salud y gremios médicos para mejorar la formación educativa, los entornos laborales y el desarrollo profesional de los médicos?
La formación médica ocurre en un ecosistema formativo donde ningún actor puede ni debe trabajar aislado. Los convenios docencia-servicio deben garantizar calidad educativa, cantidad suficiente de docentes y seguridad para el paciente, mientras las universidades gestionan el currículo y planifican condiciones óptimas de formación, alineadas con estándares internacionales y buenas prácticas pedagógicas.
Es necesario fomentar mayor compromiso y vocación de las instituciones y servicios de salud con la educación médica, integrando la docencia e investigación en su misión y procesos institucionales. La relación docencia-servicio debe basarse en formar profesionales idóneos con calidad y calidez, más que en contraprestaciones económicas.
Los gremios médicos deben velar por condiciones laborales dignas, la seguridad de quienes ejercen y la actualización continua de sus afiliados. Además, son fuente fundamental de docentes y tutores, actores activos en el CGEM y esenciales para construir un marco ético y profesional para la medicina en Colombia.
¿Cuáles son las directrices que tiene Ascofame para garantizar que las facultades de medicina formen a los futuros médicos para abordar dilemas éticos durante su práctica?
La ética y el humanismo deben ser transversales al currículo, como propone el documento de la Sala de Pregrado, que destaca la recomendación: incentivar el aprendizaje y práctica del profesionalismo, promoviendo valores, principios y autonomía profesional.
Se debe integrar la bioética en todas las rotaciones y evaluar competencias éticas con la misma rigurosidad que las clínicas, utilizando modelos avanzados como el OSCE (Examen Clínico Objetivo Estructurado) o ECOE, que simula escenarios reales con pacientes estandarizados. También se deben incorporar espacios de reflexión clínica y debriefings posteriores a la simulación, donde los estudiantes analizan no solo aspectos técnicos, sino también éticos y humanos de sus decisiones.
Además, es mandatorio proteger al estudiante en entornos libres de maltrato y que garanticen seguridad psicológica, pues la ética también se aprende en la cultura institucional. Personalmente, creo que la ética se enseña más con el ejemplo que con las palabras. Por ello, debemos cuidar a nuestros docentes para que sean verdaderos modelos de integridad.
¿Cómo está integrando Ascofame la formación ética y humanista en los planes de estudio de medicina y qué impacto espera que esto tenga en la conducta profesional?
Los lineamientos del CGEM establecen que el profesionalismo, la comunicación, la empatía y la compasión deben ser resultados de aprendizaje explícitos y medibles en todos los programas de medicina. Para ello, se plantean las siguientes estrategias:
Proveer una instrucción adecuada en ética, valores y principios, civilidad y códigos de honor (como la ceremonia de las batas blancas).
Hacer explícito el profesionalismo en la vivencia misma de la profesión, garantizando coherencia entre el ser y el enseñar.
Formar en autonomía y autorregulación; bioética y bioderecho; competencias morales; y en el aprender a aprender.
Trabajar el currículo oculto, alineándolo con principios y valores ejemplares en el ambiente clínico.
Para lograr estos objetivos, las facultades implementan metodologías activas y evaluaciones auténticas, entre las que destacan:
El OSCE o ECOE (Examen Clínico Objetivo Estructurado), que permite evaluar no solo habilidades técnicas, sino también la calidad de la comunicación, la ética en la toma de decisiones y la relación empática con el paciente.
Portafolios reflexivos, donde los estudiantes documentan sus experiencias y demuestran cómo integran ciencia, ética y humanidad en situaciones reales.
Evaluación 360 ampliada, que recoge la percepción de docentes, pares, enfermería, otros profesionales de la salud, pacientes simulados e incluso autoevaluación, brindando una visión integral del desempeño humano y técnico.
Estrategias de educación médica de precisión, que usan información de desempeño para identificar necesidades individuales y ofrecer acompañamiento personalizado, siempre con resguardo ético de los datos.
El impacto esperado es que cada médico egresado sea competente en lo técnico y ejemplar en lo humano, capaz de ejercer con excelencia científica, sensibilidad social y profundo respeto por la dignidad de las personas.
En su opinión, ¿cuáles son los principales problemas éticos que enfrentan actualmente los médicos y cómo se pueden mitigar?
Los médicos enfrentan problemas éticos que reflejan tanto los avances científicos como las tensiones del sistema de salud.
El uso ético de la inteligencia artificial, la salud digital y la tecnología plantea grandes retos: protección de datos clínicos, la tentación de delegar decisiones que deben conservar siempre el juicio clínico y la responsabilidad humana. Es fundamental formar a los estudiantes en pensamiento crítico, alfabetización digital y ética aplicada a la IA, para que la tecnología potencie, pero nunca reemplace, la relación médico-paciente.
A diario, los médicos deben decidir en contextos de escasez: a quién atender primero, qué terapias son viables y cómo garantizar justicia distributiva en sistemas limitados. Además, enfrentan tensiones éticas en un sistema altamente intermediado, donde decisiones administrativas limitan su autonomía profesional y capacidad resolutiva. Estos dilemas requieren formación en bioética y políticas claras que protejan tanto al paciente como al profesional.
Los conflictos de interés —especialmente con la industria farmacéutica, tecnológica o sistemas de aseguramiento— siguen siendo un desafío. Las facultades deben incluir en el currículo espacios de reflexión y mecanismos de autorregulación para identificar, declarar y manejar estos conflictos.
Finalmente, persisten dilemas sobre el inicio y fin de la vida: decisiones sobre tratamientos, interrupción voluntaria del embarazo, cuidados paliativos y limitación del esfuerzo terapéutico. Estos escenarios demandan no solo conocimiento clínico, sino también empatía, compasión y capacidad de deliberación ética en equipo, con el paciente y su familia en el centro.
¿Qué importancia tiene el desarrollo profesional continuo y la capacitación en el uso de la Inteligencia Artificial para los médicos en ejercicio y qué iniciativas considera que se deben implementar o reforzar?
Los rápidos cambios en conocimiento, tecnología y sistemas de salud exigen que los profesionales, especialmente los médicos, se actualicen y perfeccionen continuamente sus competencias. Esta formación no puede impartirse solo en programas formales, sino que debe desarrollarse desde el pregrado, e incluso antes, fomentando competencias de aprendizaje autónomo, comprensión contextual y lectura crítica.
La educación médica es para toda la vida. El CGEM enfatiza que las competencias digitales y el pensamiento crítico frente a la IA son esenciales desde el pregrado.
Desde Ascofame impulsamos programas de educación continua y certificaciones conjuntas universidad-hospital, con un principio claro: la IA nunca sustituirá el juicio clínico, pero puede potenciarlo si se usa con ética, seguridad y humanidad. Actualmente, el uso adecuado de la IA en educación médica es foco de atención de docentes, estudiantes, expertos e investigadores.
Vivimos una transición rápida y compleja, por lo que el rol de Ascofame y las facultades es monitorear lo que ocurre en Colombia y el mundo, revisar experiencias, analizar resultados de investigación y orientar la incorporación ética y adecuada de la IA y tecnologías emergentes en educación y ejercicio médico.
¿Cuáles son los lineamientos que tiene Ascofame para garantizar que los médicos que trabajan en zonas rurales o desatendidas reciban el apoyo adecuado y mantengan altos estándares de calidad y éticos?
El servicio social obligatorio, conocido como año rural, no forma parte del plan de estudios de medicina; se cumple tras obtener el título profesional y es requisito para el ejercicio, según normativa del Ministerio de Salud. Su propósito es garantizar atención en comunidades rurales o de difícil acceso y fortalecer la Atención Primaria en Salud. Desde el CGEM insistimos en diferenciarlo claramente de la formación académica, aunque reconocemos que es una experiencia que permite al médico recién graduado aplicar lo aprendido y enfrentar directamente las inequidades del sistema.
Ascofame promueve preparar a los estudiantes para la APS y la ruralidad mediante rotaciones obligatorias, supervisión estructurada y acompañamiento por telemedicina y teleeducación.
También insistimos en que el servicio social obligatorio debe cumplir con estándares mínimos de bienestar y seguridad. Ejercer la medicina en la ruralidad debe ser una experiencia digna y, me atrevo a decir, memorable, no un sacrificio.
¿Cómo evalúa actualmente la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina la calidad de la formación profesional y las condiciones laborales de los médicos en todo el país, especialmente en la zona central del país?
La formación médica en Colombia enfrenta retos ligados al sistema de salud y la planeación del talento humano. El balance muestra avances en cobertura y oferta, pero también tensiones que requieren atención urgente.
Primero, la planeación del talento humano sigue siendo clave: no solo cuántos médicos formar, sino qué perfiles, con qué competencias, en qué regiones y en qué momento del sistema. La proliferación de facultades (66 en 20 departamentos, frente a 20 en 1990) y el aumento de graduados exigen articular mejor la oferta educativa con las necesidades reales de la población.
Segundo, la calidad es un desafío constante. El sistema de aseguramiento (registro calificado, acreditación) garantiza mínimos, pero debemos avanzar hacia evaluación de resultados, centrada en competencias, pertinencia y verdadero impacto en pacientes y comunidades.
La relación docencia-servicio debe fortalecerse como un proyecto educativo compartido a largo plazo, donde hospitales universitarios e instituciones de salud ofrezcan escenarios suficientes, pertinentes y de calidad para la formación.
Más médicos solo es mejor si están bien formados, con calidad, pertinencia y condiciones laborales dignas. De lo contrario, “más puede ser menos”.
En un corto plazo, ¿cuáles son las prioridades para que la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina fortalezca los estándares éticos que combinen el conocimiento con el humanismo en la formación médica y el ejercicio de la medicina en Colombia?
Las prioridades inmediatas de Ascofame son consolidar un marco nacional de profesionalismo y ética en la formación médica, fortalecer la cultura del cuidado y bienestar de estudiantes y residentes, y promover el uso ético y responsable de la inteligencia artificial en salud. A esto sumamos el compromiso con el colegaje, entendido como la construcción de relaciones respetuosas y solidarias entre médicos, y el trabajo interprofesional, indispensable para garantizar una atención centrada en la persona y no fragmentada por disciplinas.
Para ello, Ascofame monitorea periódicamente la incorporación de las recomendaciones del CGEM por parte de las facultades asociadas y aplica estrategias de evaluación mediante iniciativas como encuestas a las facultades y el Premio al Mejor Interno Ascofame, que cada año permite aproximarse a cómo se forman los futuros médicos y retroalimentar a las facultades.
Como presidenta de Ascofame, estoy convencida de que el gran legado de nuestra medicina debe ser formar profesionales técnicamente excelentes y, a la vez, profundamente humanos, capaces de trabajar en equipo y con sentido de comunidad. Esa es la brújula que hoy guía al ecosistema formativo colombiano.












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