Vivimos en el país de lo absurdo: Colombia, que hace un par de años fue aplaudida en todo el mundo por firmar el acuerdo de paz con una de las guerrillas más antiguas, internamente sufre una de las mayores polarizaciones de la historia.
Por: Dr. Roberto Baquero Haeberlin – Expresidente Colegio Médico Colombiano.
Es muy preocupante observar el clima tan agitado que muy preocupante observar el clima tan agitado que nos rodea; la sociedad está dividida entre quienes se consideran los buenos y los demás, es decir, los malos; entre los que le apuestan a la paz y los que la destruyen, entre los que defienden el capitalismo y los que prefieren el sociales.
La verdad es que la violencia interna no ha cesado, por el contrario cada día aparecen nuevas confrontaciones. Pareciera que estamos reviviendo nuestra historia con el mismo guión, pero con otros protagonistas, emulando los viejos tiempos de la violencia política entre liberales y godos.
No nos hemos dado cuenta que cuanto más peleamos entre nosotros, más manipulables y controlables somos por esos que se hacen llamar políticos. Sí, por esos políticos falsos, por lo que confunden la política con la politiquería (práctica que consiste en tratar de conseguir o mantener el poder mediante licencias, falsas promesas y regalos), puesto que la política genuina y verdadera consiste en el arte de gobernar para todos, no para algunos.
Intento averiguar desde cuándo dejamos de pensar en nuestro país y comenzamos a pensar solo en nosotros mismo, cuál fue el discurso o la ideología que nos vendieron para dividirnos cada vez más. Es aterrados ver las peleas entre miembros de una misma familia, los distanciamientos entre quienes antes eran parientes cercanos solo por pensar diferentes. Y ni se diga de las discusiones interminables en los chats donde se ataca a aquel que no tenía la misma opinión, posición o ideología. Estamos en una sociedad totalmente dividida y polarizada, donde cada quien busca reafirmar sus ideas, defender sus intereses y aplastar al que se perciba como “diferente”.
Tenemos muchos problemas, pero la confrontación y polarización los están agravando. Y el gran peligro de los debates cargados de adjetivos, de acusaciones, de discursos emocionales para ganar adeptos y hacer que los que piensen diferente parezcan se los malos es que destruye el tejido social y nos arruina como país.
Y de nuevo me pregunto: ¿dónde quedó el patriotismo, el deseo de trabajar en torno a un mismo ideal, el sentido de pertenecer a un mismo territorio o hasta el más mínimo sentido común?, ¿Por qué no somos capaces de dialogar, de sostener una discusión con contenido de analizar y discernir para ponernos de acuerdo? Cada gremio conforma lo que yo he llamado “grupos de oración”, donde exponen sus razones de manera dogmática.
Como lo mencioné en una columna anterior, necesitamos llegar a acuerdo fundamentales para sacar adelante este país, sin reparar en el partido político al que perteneció el fallecido Álvaro Gómez Hurtado.
El país está enfrascado, naufragando en discusiones absurdas donde cada quien quiere imponer su pensamiento o ideología a la brava, sin respetar las opiniones divergentes o sin tener en cuenta las opiniones de los técnicos o de los verdaderos conocedores del tema. Muestra de esto es lo que ocurre en la comisión séptima de la Cámara de Representantes, donde solo uno de sus miembros conoce el sector salud, al igual que en el senado donde solo una senadora tiene estudios en salud pública. Así es muy difícil que entiendan las dinámicas de los modelos de salud y mucho menos que conozcan los verdaderos problemas del sistema de salud.
¡Despertemos, por favor! Es hora de sacudirnos y valorar la majestuosidad de la tierra donde nacimos. Aún tenemos un país maravilloso, no permitamos que quienes siembran división y odio lo destruyan. El momento político que estamos viviendo nos obliga a emprender acciones que fomenten el diálogo constructivo y la cohesión social para sacar este país adelante. Es urgente que recordemos el significado de nuestra bandera tricolor, que nos pongamos la mano en el corazón y revivamos el amor por nuestra patria.
Colombia nos necesita a todos por igual, sin distinciones de raza, ideología, religión o corriente política. Colombia precisa que los 50 millones de habitantes sean capaces de dialogar para lograr acuerdos que nos beneficien a todos.
Quienes pertenecemos al sector salud debemos ser los primeros en dar ejemplo. Es increíble que no seamos capaces de unirnos para defender nuestro quehacer. Los anteriores intentos siempre acaban en grandes divisiones, por posiciones dominantes de algunos. Espero que llegue el día en que tengamos un movimiento conformados por líderes que representen nuestra vocación y dedicación en el gobierno, en el Congreso, en las asambleas y en los concejos municipales.
Somos el pilar de todo el sistema de salud, la primera puerta que tocan los pacientes cuando tienen un problema de salud y los que ponen el saber necesario para el desarrollo social.
En consecuencia, somos los primeros que debemos sentarnos a dialogar abierta y respetuosamente, recordando el compromiso que adquirimos cuando elegimos la profesión médica, y poner todo nuestro esfuerzo para sanar las profundas heridas de nuestra patria querida.
¡Colombia primero!
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