El Covid-19 nos vino a recordar que la humanidad es una sola y que nuestro propósito de vida también debe ser uno solo.
Por Dr. Roberto Baquero Haeberlin – Presidente Colegio Médico Colombiano
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El mundo no volverá a ser el mismo después de la pandemia desatada por el Covid-19. El planeta entero se ha visto afectado y lo que considerábamos males lejanos dos décadas atrás como la amenaza del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), en 2003, y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), en 2012, hoy se ha convertido en la gran amenaza para la civilización contemporánea.
El Covid-19 nos ha recordado que todos somos iguales de vulnerables como especie humana, que solo estamos de paso en esta vida y que, por tanto, nadie ostenta el trono de la supremacía mundial. El Covid-19 nos vino a recordar que la humanidad es una sola y que nuestro propósito de vida también debe ser uno solo.
En lo que denominamos la nueva normalidad, se esperaría que la pandemia hubiera servido para dejar de lado las discrepancias políticas, el egoísmo, la división y ese discurso anochecido de “nosotros, los buenos, contra los demás”. Al ver los sucesos de los últimos días, pareciera que la pandemia ha erosionado aún más la convivencia, ha profundizado aún más las fisuras entre distintos grupos y la sumado más a la polarización que tiene al borde del colapso al país desde que tuvo lugar el plebiscito por la paz, el 2 de octubre de 2016. El peligro que corremos si seguimos enfrentados, como enemigos irreconciliables, es que pasaremos a ser una democracia fallida, un país ingobernable, y podemos caer en la desgracia de elegir a un autócrata para revivir la época de la dictadura con sus demoledoras consecuencias.
La esperanza de encontrar un tratamiento o una vacuna para la infección por el SARS-COV-2 también debe prender una luz para poder superar las diferencias y lograr reconciliarnos como colombianos.
Como en el resto del mundo, nos esperan años de incertidumbre, de recesión y de grandes retos como sociedad. Los analistas consideran que afrontaremos una economía de guerra, donde el principal objetivo sea la satisfacción de las necesidades básicas. Y en ese contexto, la polarización también pasa a ser un riesgo para la salud pública, tanto o más intimidante que el Covid-19.
La esperanza de encontrar un tratamiento o una vacuna para la infección por el SARS-COV-2 también debe prender una luz para poder superar las diferencias y lograr reconciliarnos como colombianos. No podemos esperar a que llegue una catástrofe peor, un desastre natural, un accidente nuclear, una bomba atómica o un meteorito para desarmar los corazones, calmar la mente y poder llegar a consensos.
Debemos madurar como nación, dejar esa etapa de infantes en la que solo nos vestimos de amarillo, azul y rojo y nos abrazamos para gritar a una sola voz el gol de la selección Colombia. En guerra los unos contra los otros no vamos a llegar muy legos, ni siquiera podemos subsistir para ganarle la batalla a este microorganismo. El Covid-19, el mundo, las demás especies que habitan este planeta y nuestros hijos están aguardando a que nos comportemos como adultos responsables y que dejemos a un lado las posiciones radicales, la intolerancia, las ideas que fragmentan a la sociedad entre los unos y los otros, por favor!!!!
Es hora de responder como una sola nación a los temas urgentes para sacar este país adelante y empezar a generar empleo, a reactivar la economía, a defender el derecho a la salud, a invertir en el campo, a velar por la seguridad de nuestro vecino y de darnos una mano para dar el salto hacia una sociedad mejor.
El verdadero reto de la pospandemia es salir fortalecidos como humanidad, como país; es volver a creer en el otro, reconocer que son muchísimas más las cosas que nos unen que las que nos separan y que somos mucho más como pueblo que una selección de fútbol.
Es tiempo de reflexionar, de volver a orar unidos, de encontrar la salida juntos para poder afrontar los nuevos problemas que el futuro nos depare. Es la oportunidad para trabajar de manera conjunta por la unidad y en solidaridad para detener no solo a este virus, sino a la principal amenaza que tenemos como sociedad: la polarización. Es un momento sin precedentes en nuestra vida y requiere de respuestas sin precedentes.
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