El COVID 19: ¿bisturí o puñal?
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El COVID 19: ¿bisturí o puñal?


Las EPS son inmensos monopolios privados, parecidos a los descomunales feudos zaristas, con asignación automática de billones de pesos y millones de pacientes al estilo pomestia, donde la inmensa mayoría de los profesionales y trabajadores de la salud son desarrapados siervos.


Por Dr. Stevenson Marulanda Plata

El estatuto de los Trabajadores – Londres, año 1347

Como una gran parte de las personas y sobre todo de los trabajadores y siervos han perecido debido a la peste, algunos de ellos, viendo la abundancia de los señores y la escasez de los siervos, no están dispuestos a servir a menos que reciban sueldos excesivos.

Nosotros, considerando los graves inconvenientes que podrían causar la falta sobretodo de labradores y otros trabajadores agrícolas, hemos considerado adecuado decretar: que todo hombre y mujer de nuestro reino de Inglaterra estará obligado a servir a quien haya considerado buscarlo; y que solamente tomará los sueldos, tierras, remuneración o salario que, en el lugar que desee servir, sean costumbre pagar en el año veinte de nuestro reino de Inglaterra.

Eduardo III – Rey de Inglaterra.

La peste negra en el siglo XIV en Europa fue un experimento económico, social y político a gran escala.

Esa pandemia mató a casi la mitad de la población del viejo continente. De esta manera diezmó de una manera importante la mano de obra campesina y se comportó como una coyuntura crítica.

Coyuntura crítica.

Es un gran acontecimiento, o una confluencia de factores, que transforma de manera súbita la vida económica, política y social, existente en una determinada sociedad, y cuya magnitud es tal que, resuelta esta, puede provocar, para bien o para mal, un cambio definitivo en las costumbres y trayectoria de un país. Es decir, una coyuntura crítica puede ser un arma de doble filo; así como puede ser un noble bisturí que extirpa una pestilente gangrena que agobia a una sociedad, puede ser un artero y amargo puñal que termina de rematarla.

Esto fue precisamente lo que sucedió en Europa con la peste negra. En Europa Occidental fue un noble bisturí, mientras que en la oriental fue un amargo puñal.

Veamos pues.

Siempre ha habido dos Europas, una occidental y otra oriental. Al principio de los tiempos casi no se diferenciaban mucho, hasta que llegó la peste negra en el siglo XIV. Como todas las sociedades primitivas, las europeas en la Edad Media, eran sociedades totalmente agrícolas, donde el sistema económico se basaba en la tenencia de la tierra, pero los dueños de ellas eran los reyes, y para el caso de Rusia el Zar, que viene a ser lo mismo. Estos monarcas autocráticos repartían tierras y títulos de nobleza a su antojo y parecer, de esta forma los nobles eran unos señores terratenientes a quienes le llamaban así: señores. A los campesinos se les decía siervos.

En Occidente los siervos trabajaban en condiciones miserables, atados a la tierra de sus señores por la mínima supervivencia y sin derecho a la libre movilización. En el Este la cosa era peor, los siervos eran como el ganado, pertenecían en cuerpo y alma a la Corona y a los nobles terratenientes. Los siervos eran pues, el fundamento económico (y militar, eran soldados obligados) de los reinos y del Imperio zarista. La historia llama a este sistema económico feudalismo, sin embargo, a la variante Este los especialistas le dicen servidumbre.

La peste negra alteró —de manera distinta en las dos Europas—, la relación que existía entre el poder (político y económico) y la mano de obra campesina (feudalismo y servidumbre). En Europa Occidental, sobre todo en Inglaterra, las cosas cambiaron drásticamente para bien, en cambio, en Europa del Este, para mal.

En Inglaterra la peste negra fue un noble bisturí.

En Inglaterra los diezmados siervos sobrevivientes, mejor organizados y menos oprimidos que los del Este, aprovechando la escasez de mano de obra, se pusieron de acuerdo y exigieron a sus señores feudales mejores salarios y mejores condiciones laborales. De esta manera, el estatuto del Rey Eduardo III —que intentaba pagarles los ridículos sueldos que les pagaban antes de la peste— condujo a la caída del feudalismo en Inglaterra debido a una tremenda y violenta rebelión del campesinado inglés, que se rebotaron. En ese momento Inglaterra sembró la semilla del desarrollo y de la prosperidad. Millones de siervos empezaron poco a poco a convertirse en personas y ciudadanos libres, que podían vivir de su trabajo, el cual se fue insertando a un naciente sistema de mercado laboral donde existía el incentivos de un salario para todas las personas, aunque todavía faltaba mucho.

La caída del feudalismo significó para Inglaterra la simiente de su gran desarrollo político, económico y social, y esos siervos rebeldes fueron los abuelos de los procesos políticos, revolucionarios y científicos que después hicieron posible su grandeza.

En Europa del Este la peste negra fue un amargo puñal.

Aunque los siervos también fueron diezmados por la peste en la misma proporción que en Inglaterra, las cosas en Europa del Este —sobre todo en la sagrada Rusia, la tierra de los venenos reales, de iconostasios en espléndidas catedrales, y de terribles y grandes zares—, fueron muy distintas.

La razón. Los siervos de la Rusia zarista —heredera del Imperio romano de Oriente y custodia de la fe cristiana ortodoxa—, eran verdaderos esclavos; se podían comprar, vender, castigar físicamente y hasta matar por los boyardos, sus amos terratenientes.

Por otro lado, la megalómana, brutal y cruel autocracia rusa, (Zar es César rusificado) revestida hasta los tuétanos de un carisma sagrado “por la gracia de Dios y de nadie más”, basaba su soberanía, su Imperio, su riqueza y su ejército, en tres cosas:

  1. El fervor religioso y la febril veneración del pueblo ruso por sus sagrados monarcas.
  2. Las grandes extensiones de tierra de la Corona.
  3. Los millones de siervos que poseía.

Así las cosas, Moscú era la segunda Roma, y el Zar o Zarina, regalaban siervos y “pomestia” (tierras de la Corona) a boyardos y a militares a su antojo, para asegurarse lealtad, autoridad y gobernanza.

El amargo puñal en Rusia y sus alrededores fue la Segunda servidumbre. Así llama la historia a la brutal arremetida que le embistieron los boyardos a las “pomestias” (mermelada en Colombia) y a sus esclavos, los siervos, después de la peste negra. La Segunda servidumbre significó que los boyardos fueran más terratenientes, más ricos y más poderosos, y los siervos más esclavos y más ganado con menos derechos.

La ley 100 produjo zares, boyardos y siervos, y reparte pomestia.

La ley 100 se ha convertido en otra fuente de desigualdad en Colombia, -uno de los mayores y alucinantes problemas mundiales de nuestro tiempo-.

La mayoría de sus EPS, por ejemplo, se parecen más a un abyecto banco privado que a una institución de salud. De manera mágica, “genios, revolucionarios, innovadores y emprendedores, visionarios, con vocación para la inversión y la prosperidad”, amplificaron brutalmente la distancia económica, política y social entre ellos, (“industriales”, mercantilistas y traficantes laborales de la salud) y centenares de miles de profesionales y trabajadores del sector. Colombia es una de las naciones más desiguales del mundo y la segunda en Latinoamérica después de Haití.

Las EPS son inmensos monopolios privados, parecidos a los descomunales feudos zaristas, con asignación automática de billones de pesos y millones de pacientes al estilo pomestia, donde la inmensa mayoría de los profesionales y trabajadores de la salud son desarrapados siervos, con írritos derechos de ingreso, de propiedad privada, de dignidad y de felicidad, al servicio de un rico y agalludo boyardo consentido por un poder político modo Zar.

¿Economía o salud? el gran dilema

La economía debe ser un medio para alcanzar un fin, no un fin en sí mismo. En cambio, la salud y la vida, deben ser un fin en sí mismo.

—Pero, un fin sin medio, no existe—.

Entonces la pregunta correcta es:

¿en un sistema de salud quién debe administrar los medios?

Dice el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz:

“No es casualidad que los banqueros exhibieran las altas dosis de vileza moral que han demostrado: los ensayos realizados muestran que los banqueros especialmente cuando se le recuerdan que los son actúan de forma más deshonesta y egoísta. Han sido modelados por su profesión. Lo mismo ocurre con los economistas; puede ser que los que eligen estudiar esta ciencia sean más egoístas que otros individuos, pero cuanto más estudien economía, más egoístas se volverán”.

Si esto es cierto, no es bueno entonces que las rentistas EPS, que se parecen más a instituciones económicas y no de salud, sean el epicentro de poder donde se tomen las grandes decisiones de la salud de los colombianos, porque los medios no pueden manipular los fines para logra sus propios fines.

Las EPS —unas pocas corporaciones que dominan todo el sector de la salud con su excesivo poder de mercado—, hacen parte del círculo vicioso de la desigualdad, porque son Instituciones económicas extractivas de rentas; entendiendo por renta la extracción de la riqueza de un país sin ocuparse ni preocuparse por aumentar las dimensiones de la riqueza total de ese país.


La extracción rentística fabrica élites muy ricas, pero empobrece la nación y envilece como a siervos feudales a la clase media y a toda la población que trabaja para ellas.


Ahora bien, si bien es cierto que la solución de la desigualdad no puede dejarse solamente en manos de los mercados, también es cierto que, para crear una economía más afín a ciertos valores fundamentales y compartidos, como no a la codicia y a la improbidad, tan manifiestas en nuestros banqueros y EPS, también es muy cierto que para desgracia de Colombia, su mapa está plagado de codicia y de improbidad en el manejo de la cosa pública. Para la muestra un botón, no más miren el manejo de los recursos de la pandemia en muchas alcaldías y gobernaciones.

¿Seguirá siendo Colombia y el mundo, igual, mejor o peor, después de la pandemia?

Todo irá a depender de cómo reaccionemos como sociedad. El resultado histórico de esta pandemia no está predeterminado, sino que es contingente, eventual, inseguro y fortuito, porque no debemos presuponer que cualquier coyuntura crítica conducirá a un cambio para bien. La caída del feudalismo en Inglaterra no fue algo que concedió su élite feudal, fue una acción de masas.

Última pregunta ¿después de esta pandemia vamos a responder como Inglaterra o cómo Rusia?

El papel del individuo es una tarea de cada quien, como lavarse las manos ahora. Si los individuos profesionales y trabajadores del sector salud quieren derrotar el feudalismo en salud que hay en Colombia, tienen que hacer como los campesinos ingleses: cada uno de ellos, in situ, en su parcela de trabajo, le dijo a su señor y al estatuto del trabajo de Eduardo III de Inglaterra: ¡NO SEÑOR, YO NO TRABAJO POR ESA RIDICULEZ¡

mayo 4, 2020

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