Hoy Colombia enfrenta otro tipo de amenaza y para defender a la población tenemos a otro ejercito constituido por el recurso humano en salud.
Por Roberto Baquero Haeberlin – Presidente Colegio Médico Colombiano
Siempre que el país se ha visto amenazado nos tranquiliza que tenemos a uno de los mejores ejércitos, cuyos soldados cuentan con todas las garantías, las armas, los uniformes, las pólizas de seguros, los ingresos fijos, las medallas y hasta los homenajes, bien merecidos, por demás. Hoy Colombia enfrenta otro tipo de amenaza y para defender a la población tenemos a otro ejercito constituido por el recurso humano en salud.
En este caso, las comparaciones, que suelen ser odiosas, dejan al descubierto que nuestros escuderos por bien preparados que se encuentran, no tienen los elementos básicos para librar esta batalla.
La dura realidad de la pandemia ha revelado que quienes tienen la tarea de salvar todos los días vidas en las salas de urgencia no cuentan con los implementos básicos para hacer su trabajo como corresponde y tampoco tienen las mínimas condiciones laborales que estipula la Organización Mundial del Trabajo (OIT).
La pregunta es por qué la prestación de servicios de salud en Colombia no es una cuestión de seguridad e interés nacional, así como lo es la guerra contra los grupos insurgentes o el narcotráfico.
A ninguna nación se le ocurriría enviar a su ejército a la guerra sin el equipamiento y las armas especiales para proteger a sus hombres. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 ha puesto al recurso humano en salud en un escenario bélico que ha demostrado la falta de recursos y lo pobremente equipados que nos encontramos para enfrentar a un micro enemigo hasta ahora desconocido y que ha resultado más temible de lo que se esperaba.
Desde hace años se viene hablando de las deficiencias del sistema de salud, que no son de cobertura, puesto que el 97 por ciento de la población porta un carné que le da acceso a los servicios de salud.
El problema está en tener lo que se necesita para brindar una buena atención, lo que empieza por tratar con dignidad al profesional de la salud y reconocerle lo que se merece.
Una vez más el personal sanitario ha demostrado que está listo, en pie de lucha, en la primera línea de batalla dando ejemplo de compromiso y valentía. Lo preocupante es que no cuenta con las armas elementales necesarias como mascarillas, guantes y un traje especial.
En muchos casos ni siquiera tiene un ingreso salarial decente o un contrato laboral estable. Llevamos solo un mes de pandemia y el horizonte aún parece muy lejano.
Quiero creer que todo esto servirá para que el Gobierno despierte y tome conciencia de la importancia que tienen los trabajadores de la salud en la construcción y desarrollo de un país.
Han sido unas semanas de lucha, dedicación, vocación, entrega, sacrificio y posiblemente de reivindicación de un sector que ahora más que nunca es imprescindible para la supervivencia.
No se trata de que el gobierno emita un bono como “agradecimiento” al personal sanitario como recompensa por el servicio durante la pandemia ni de debilitar a otros sectores.
La cuestión es de justicia y equidad porque, así como son de valiosas las fuerzas militares para una nación, también lo son los trabajadores de la salud. Resulta inverosímil que mientas en la mayoría de países del globo los médicos son vistos como héroes, como verdaderas glorias de combate, en Colombia se les estigmatiza y se les rechaza.
¿Por qué? ¿Por qué estos trabajadores que están en alto riesgo ganan menos del salario promedio nacional? ¿Por qué muchos no tienen un salario fijo, no alcanzan a pagar la seguridad social para su núcleo familiar o tienen las mínimas garantías de una licencia remunerada por enfermedad?
Volviendo a la antipática comparación, cualquier militar que resulte herido o pierda su vida mientras presta su servicio a la patria puede seguir subsistiendo o al menos su familia queda con un ingreso fijo.
No ocurre lo mismo ni se valora igual la vida de los médicos, enfermeras o demás profesionales de la salud que están expuestos al riesgo y se sacrifican con tal de preservar la vida de tantos compatriotas.
Nunca es tarde para rectificar y reconocer que el país no ha hecho bien la tarea de implementar la Ley Estatutaria de la Salud y, por tanto, no le ha dado el lugar ni el trato que le corresponde al recurso humano en salud. Hay que empezar por dotar a estos trabajadores de la protección suficiente para que no corran el riesgo de contagio y unirnos en defensa los verdaderos héroes en clínicas y hospitales porque la salud es un derecho, no un negocio.
Deja un comentario